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El blog de Espop Ediciones

domingo 5 de agosto de 2012

Aprendiendo a leer con Stoya

Este maravilloso vídeo lleva varios días corriendo como la pólvora, pero no me resisto a colgarlo aquí por dos motivos. Uno, porque me parece una idea brillante, ejecutada de la manera más sencilla y eficaz posible. Dos, porque (para qué nos vamos a poner la careta) adoro a Stoya; la considero una de las grandes estrellas del porno de todos los tiempos por saber hacer como pocas precisamente lo que hace en este vídeo: reír, pasarlo bien, transmitir una visión lúdica, participativa y divertida del sexo que es precisamente la que a mí me interesa. Bueno, y ya que estamos, tres: porque se me ocurren pocas maneras más eficaces de estimular la lectura que viendo lo bien que se lo pasa Stoya con un libro. El vídeo ha sido idea del fotógrafo Clayton Cubbit, y la propia Stoya comenta su involucramiento y varios detalles del rodaje en su blog (cuya lectura, por cierto recomiendo sin ambages, sobre todo para aquellos interesados en temas como el valor comercial de la imagen y su consumo, el postfeminismo, las acrobacias circenses, las crónicas de viajes, la literatura y, por supuesto, el sexo. Warren Ellis y Neil Gaiman son fans). Ahí van un par de fragmentos:

El vídeo para «This Empty Love», de Innerpartysystem, mencionado más abajo.

«Recibí un correo de Clayton preguntándome si me interesaba participar en su nuevo proyecto. Su idea es filmar a mujeres sentadas frente a una mesa leyendo literatura. La sorpresa es saber qué es lo que está sucediendo por debajo de la mesa. Me gustan este tipo de proyectos… El vídeo para «This Empty Love» fue el primero en el que de verdad disfruté trabajando, algo que posteriormente convertiría lo de grabar porno para Digital Playground en una opción a tener en cuenta. Creo que las partes más interesantes del sexo son las sugerencias de lo que no puede verse. La penetración, después de todo, sólo es una exploración de algo oscuro, húmedo, como una cueva. Escogí unos párrafos de Necrophilia Variations, de Supervert, porque estoy fascinada tanto con Supervert como con su obra. Elegí este volumen centrado en la necrofilia porque últimamente estoy atravesando una obsesión nada morbosa con algo triangulado por el modo en el que el orgasmo afecta a la química del cerebro, los motivos tras la expresión francesa la petite mort, y por qué se me queda la mente completamente en blanco cuando alcanzo el punto álgido del acto sexual. Ahí hay algo, muerte y sexo, quizás cambio o crecimiento, en lo que llevo concentrándome desde poco antes de escribir esta entrada. En ocasiones consigo rozar el concepto con las puntas de los dedos, pero aún no soy capaz de agarrarlo e inspeccionarlo. El único modo de comprenderlo es regodearse en cualquier cosa que pueda proporcionar alguna pista hasta que todo ello encaje (o me distraiga algo brillante… pero tendría que ser muy brillante). De ahí que este libro me pareciera el adecuado».

Una espectacular instantánea de Stoya tomada por Allan Amato.

«Se encienden las luces y todo el mundo ocupa sus posiciones. Mi ropa interior descansa en el suelo, fuera del encuadre. Mientras empiezo a leer, entro en modo suspensión de incredulidad. Olvido lo que está a punto de suceder. El primer roce entre mis muslos envía toda la sangre disponible a mi vulva. Continuo pronunciando cuidadosamente, concentrándome en el texto. He empezado a sudar. Si esto se prolonga mucho tiempo, el pelo se me pegará a la cabeza por culpa de la transpiración, como si hubiera estado entrenando o rodando una escena de sexo acrobático con penetración. Me atasco en una palabra, pierdo la concentración mientras intento volver a pronunciarla correctamente. Ni el consolador ni la mujer que lo maneja piensan rendirse, pero por mor del arte (y porque la sensación es tan maravillosamente sucia que no quiero que acabe aún) intento aguantar al máximo. Este rincón del mundo que habito se ralentiza, crece en detalle. De repente se contrae como una goma tirante y me veo placenteramente golpeada por un orgasmo. Río y jadeo, poniendo las manos sobre la mesa. Cuando noto que suficientes fragmentos de mi mente han vuelto, pronuncio la frase de cierre».

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Ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo.
Friedrich Nietzsche
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