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jueves 4 de febrero de 2010

Diez años sin Schulz

Hoy, 12 de febrero, se cumple justo el décimo aniversario del fallecimiento de Charles M. Schulz; ya sabéis, el protagonista de esa biografía sobre la que últimamente no hago más que dar la brasa. Como lo que es hablar sobre su figura y también sobre su vida ya lo están haciendo de sobra otros medios a lo largo de toda esta semana, ahí va como homenaje esta pequeña selección fotográfica acompañada de algunos textos extraídos del libro de David Michaelis y centrada principalmente en el extraordinario alcance de la influencia de los personajes de Schulz.

«Spike, el perro de los Schulz, serviría luego de modelo para Snoopy. «Era una criatura salvaje», recordaría Schulz. «No creo que nunca llegara a estar del todo domado. Era capaz de comprender un vocabulario de unas 50 palabras y le encantaba montar en el coche». [A los 14 años, Schulz] envió un dibujo de Spike a la serie sindicada Increíble pero cierto. Para presentar a Spike como un sujeto digno de la antología diaria de acontecimientos extraños creada por Ripley, Sparky lo dibujó de perfil, como un perro entrenado (para que contrastara mejor con sus hábitos reales), sentado sobre las patas traseras, alerta como un sabueso. Robert Ripley aceptó el envío de Sparky y lo publicó el 22 de febrero de 1937».

Portada original de La felicidad es un cachorrito y de otro producto derivado
de portada similar, El evangelio según Peanuts.

«Los libreros nunca habían vendido un volumen en tapa dura similar al presentado por Determined Productions (a su vez una voz nueva y bastante diferente dentro del mundo editorial) en noviembre de 1962, apenas semanas después de que Estados Unidos y la Unión Soviética hubieran llegado al borde de la guerra termonuclear. Happiness Is a Warm Puppy demostró ser rápidamente el más elusivo sueño de los editores: un éxito para todas las edades, alcanzando la lista de los libros más vendidos de la nación el 2 de diciembre y permaneciendo en ella durante cuarenta y tres semanas. Acabaría siendo el quinto libro más vendido de 1962 y el primero ente los títulos de no ficción en 1963. Todo lo que desconcertaba a los libreros (el extraño formato; el tema único, explorado con sinceridad infantil a través de infinitas variaciones; las páginas coloreadas y sin numerar sobre las que irrumpían Linus, Lucy, Charlie Brown y Snoopy, no como personajes de una tira sino como arquetipos de libro ilustrado), fue lo que lo convirtió en un «producto de regalo» (un nuevo término para el mercado) que la gente se obsequiaba mutuamente para conmemorar las ocasiones más personales».

Un participante en la marcha contra la pobreza de 1968 en Washington.

«Un artículo de portada de Time en 1967 había citado a los personajes de Schulz como «favoritos de los hippies» y situaba a Schulz en su Shangri-La de Coffee Lane como el admirado vecino de la Comuna Morningstar. En 1968, seis años después de la edición de Happiness Is a Warm Puppy, John Lennon contestaría con una canción en el Album blanco de los Beatles, “Happiness Is a Warm Gun” [La felicidad es un arma caliente], y dos años después de que Schulz escribiera la escena de A Charlie Brown Christmas en la que Linus decide que el desgraciado arbolito de Charlie Brown «no es un mal árbol, lo único que necesita es un poco de amor», los Beatles pasaron a martillar el mismo mensaje por todo el mundo: «Lo único que necesitas es amor». El léxico de Peanuts se filtró permeando la cultura de arriba abajo y de abajo arriba. Cuando la Southern Christian Leadership Conference llevó la que popularmente se conoció como Campaña de los Pobres hasta Washington D.C. para solicitarle al Congreso un proyecto de ley de 30.000 millones de dólares en contra de la pobreza en mayo de 1968, las pancartas que inundaron The Mall salían prácticamente de la mesa de dibujo de Schulz: «La felicidad es… Una casa seca… Sin ratas ni cucarachas… Mucha comida buena»».

A la izquierda, Terenci Moix con una sudadera de «Snoopy for President». Snoopy fue adoptado por votantes reales como candidato independiente durante las elecciones presidenciales de 1968 y 1972, incitando en California una ley para ilegalizar la inclusión del nombre de personajes de ficción en las papeletas. A la derecha, Brooke Shields con un Snoopy gigante. Pincha para ampliar.

«Siguiendo el espíritu de la época, Connie Boucher vendió Peanuts como si fuera una causa para los consumidores, presentando a Schulz como el improbable nombre de referencia para todos aquellos «menores de treinta» y mayores de nueve, mientras Jim Young le daba a los libros y productos un aspecto que estaba al menos media cabeza por delante de otros avatares de la cultura pop no menos potentes, como los Beatles. Cuatro años antes de que los cuatro de Liverpool revolucionaran la industria del disco imprimiendo las letras de Sgt. Pepper’s Lonely Hearts Club Band sobre un fondo de rojo chino en la contracubierta del álbum, de modo que las palabras casi parecieran vibrar, Boucher y Young electrizaron los ojos del consumidor con diseños y esquemas que, como informaría John Mack Carter, «han tomado virtualmente Carnaby Street». Antes de 1965, cuando Determined presentó la Sudadera Peanuts en las librerías Brentano’s, a nadie se le había ocurrido ofrecerle sudaderas a los compradores de libros. Las sudaderas eran prendas deportivas para mantenerse caliente antes o después de salir al campo de juego».

Un Convair B-58 Snoopy.

«Ya en 1959, dos bombarderos supersónicos Convair B-58, designados Snoopy-1 y Snoopy-2, habían tomado los cielos con su sosias pintado «en su pose más supersónica» en los morros. A mediados de los sesenta, escuadrones enteros de pilotos de cazas F-100 entraban en combate en trajes de vuelo decorados con parches del As del Aire en forma de diamante; y unos directivos de la NASA escogieron a Snoopy como símbolo de un nuevo programa de seguridad e inyección de moral».

Thomas P. Stafford saluda a Snoopy momentos antes de emprender la misión Apolo 10.

«[En mayo de 1969], los capitanes Eugene A. Cernan y John W. Young, de la marina de Estados Unidos, y el comandante Thomas P. Stafford, del ejército del aire, llevaron a cabo la misión de reconocimiento Apolo 10 en un módulo de mando llamado Charlie Brown, y descendieron en el módulo lunar Snoopy a una distancia de casi ocho millas náuticas y media del Mar de la Tranquilidad, en un ensayo final para el alunizaje del Apolo 11, que marcaría un antes y un después en la historia en julio de aquel mismo año. Para los astronautas, Snoopy era más que una mascota; como «único perro con experiencia de piloto», les sirvió de guía y guardián. De camino a la luna, a 206.000 kilómetros de la Tierra, Cernan mostró un dibujo de Snoopy, con sus gafas, su casco y su bufanda, frente a la cámara de televisión en color que llevaban a bordo para retransmitir a la Tierra. «Siempre imaginé a Snoopy con su viejo casco de aviador de la Primera Guerra Mundial, sus anteojos y su bufanda plateada, y creo que en aquellos tiempos nosotros mismos nos veíamos así en parte», recordaría Cernan. NASA estimó que más de mil millones de espectadores de todo el mundo vieron a Snoopy en aquel momento».

El viejo maestro en 1999, cinco meses antes de morir, en una de sus últimas fotografías.

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