Cultura Impopular

El blog de Espop Ediciones

martes 1 de mayo de 2018

Ego y superego

Foto de Lupe de la Vallina para Jot Down.

Este año Es Pop Ediciones cumplirá su primera década de existencia. Casualmente o no, en estos últimos meses me han hecho un par de entrevistas bastante extensas que me han ayudado a sintetizar y poner un poco en orden algunas reflexiones que por lo general dan vueltas a lo loco y sin demasiado concretar por mi cabeza. Reconozco que, en lo que a la editorial se refiere, tiendo a funcionar de manera más intuitiva que meditada, y me ha venido muy bien que alguien me obligara a sentarme durante unas horas para verbalizar esos impulsos y dar forma a esas opiniones. También para repasar errores y quizá algún que otro acierto de cara a lo que espero que sean por lo menos unos cuantos años más de actividad. Cuando en mayo de 2008 anuncié en el curro que me despedía para montar una editorial, no podía sospechar siquiera que diez años más tarde fuera a seguir aquí. Sólo tenía en mente editar dos o tres libros que me apetecía mucho traducir y preferí no perder demasiado tiempo en hacer planes de futuro. A decir verdad, no tenía nada claro que fuera a haber uno. Así pues, gracias en primer lugar a todos los que habéis apoyado y contribuido a que este proyecto saliera adelante.
Dejo aquí para el archivo un par de extractos y vínculos a ambas entrevistas y, como bola extra, un segmento del programa Página 2 para el que también me entrevistaron en octubre del año pasado. El rodaje, por cierto, tuvo lugar en el museo de la Imprenta Municipal de Madrid, cuya visita recomiendo a cualquier persona interesada en la edición y las artes gráficas.

* * *

Los tres primeros libros de Es Pop (Los trapos sucios, El otro Hollywood y Schulz, Carlitos y Snoopy) son metal, pornografía y cómic. Todo aliñado con la frase de Nietzsche («Ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo»), ¿son una declaración de intenciones o una provocación?
[Risas] Sí, sí, fue algo intencionado. Bueno, tampoco es que dijera «tengo que sacar uno sobre porno y otro heavy por narices». Pero sí que entre los libros que tenía pensados, los más potentes, más llamativos y más inexplicablemente inéditos en España eran esos. Cuando edité Los trapos sucios, el libro llevaba ya casi ocho o diez años publicado en Estados Unidos. El otro Hollywood también llevaba dos o tres años en el mercado. Y me preguntaba ¿por qué nadie los saca?

Te devuelvo la pregunta: ¿Por qué? ¿Era una cuestión de que las editoriales de entonces no les encontraban encaje en sus catálogos o más bien era falta de audacia?
Quizás me equivoco, pero yo tengo la teoría de que básicamente no les interesaban en lo más mínimo. Hay un determinado tipo de editor que abunda mucho en la industria y que tiene unos prejuicios culturales muy marcados. A lo mejor son mis prejuicios también los que hablan, pero es que hay cosas que a mí solo me resultan explicables desde el desprecio, un desprecio total por parte de la industria hacia este tipo de cuestiones: el rock duro, el heavy metal, los cómics… La actitud hacia los cómics ahora está empezando a cambiar, pero durante años fueron la hermana fea.

Decías, cuando te metiste en el mundo de la edición, que en las primeras reuniones de editores la impresión que te causó aquello es que «parecía que acababas de entrar en Pedralbes».
Quizás fuera un comentario un poco sobrado, pero lo que sí es verdad es que en el mundo editorial impera una clase socioeconómica de un nivel tirando a elevado. Eso está claro. Entre otras cosas porque editar es un oficio caro. Hombre, también hay mucho voluntarioso, mucho editor pequeño que se está dejando la piel para sacar lo que le apetece. Pero sigue abundando la gente de pasta, eso es así. Y ese nivel socioeconómico va a unido a determinadas experiencias y unas formas de ver la cultura que no se corresponden con las mías.

Las ediciones sobre música en España solían ser las biografías blanditas de toda la vida, de lo poco algo duro anterior a esto fue el de Por favor, mátame.
Iban saliendo cosas aisladas, como la de Marilyn Manson que sacó Mondadori, me temo que por motivos puramente coyunturales. Pero eran casos puntuales que no tenían solución de continuidad, y eso fue precisamente lo que me dio un poco la idea de montar la editorial. Tengo en casa una estantería dedicada en exclusiva a ensayos y biografías y aquello era un puto desastre: cada libro de una editorial, de un formato distinto, parecía un Tetris mal encajado. ¿No estaría guay que hubiera una editorial que uniera todos estos ensayos —sobre música, cine, cómic, literatura— bajo un mismo paraguas? Y eso fue lo que me decidió. Era el año 2008, estaba hasta las narices de hacer mi trabajo de oficina y dije «me lanzo». Fíjate, 2008, no sabía lo que se nos venía encima. Pero es que ni lo pensé, respondía más a una necesidad vital.

· Entrevista de Bárbara Ayuso y Ricardo Jonás G. Continúa en Jot Down Magazine.

Siempre se ha considerado a Es Pop como una editorial rockera: Lemmy, Mötley Crüe, Thin Lizzy… El próximo proyecto, casi en el horno, es la autobiografía de Ozzy.
Sí, en realidad la editorial no deja de ser un espacio en el que ir dando cabida a todas mis aficiones y obsesiones. En ese sentido, el propio hecho de editar se convierte en una especie de autobiografía. Y claro, uno de los momentos clave de mi adolescencia fue descubrir a Black Sabbath a los catorce años.

Otra de las vías de Es Pop es el cómic; has traducido cómics para otras editoriales, publicaste la biografía de Schulz y preparas para este año La plaga de los cómics.
Ahí se juntan las aficiones con las preocupaciones; con el tiempo me he ido dando cuenta que lo que publico traza el mapa de mis obsesiones. Casi todos los últimos libros, como La plaga de los cómics, Maestros del Doom o El libro más peligroso, tratan sobre personas creativas enfrentadas a la incomprensión del sistema y siendo censuradas a nivel social, económico, judicial, y me resulta interesante ver todas esas conexiones. A ninguna persona normal se le ocurre relacionar el Ulises de Joyce con videojuegos como Doom o con los cómics de EC o con los blackmetaleros noruegos, pero sus historias repiten un mismo proceso: una pequeña comunidad creativa con una propuesta nueva que en principio parece minoritaria y chocante, recibe el desprecio del establishment cultural del momento e incluso acaba siendo perseguida judicialmente por el sistema. Evidentemente las líneas argumentales difieren, pero siguen un mismo patrón. Y en todos los casos, al cabo del tiempo, esa propuesta acaba triunfando o siendo asumida. Las personas no tanto, porque otra de las constantes en Es Pop es que los protagonistas casi siempre acaban mal, pero la propuesta, las obras, perduran. Es un proceso que me resulta fascinante y me doy cuenta de que vuelvo a él una y otra vez.

¿Te das cuenta a posteriori? ¿No hay un plan trazado de antemano?
No, nunca me planteé «Voy a sacar cinco libros sobre artistas puteados por la censura y la justicia» [risas]. Simplemente ha salido así la cosa.

¿Te conoces entonces a través de los títulos que publicas?
Por momentos pasa eso, sí. Por eso digo que la editorial es mi autobiografía [risas].

· Entrevista de Javier Sanabria. Continúa en Rock I+D.

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Roll me over and set me free, the cowboy’s life is the life for me.
«Cowboy Song». Thin Lizzy
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