Cultura Impopular

El blog de Espop Ediciones

viernes 10 de septiembre de 2010

Slash y los vídeos de Guns N’ Roses

Ahora que Slash ya va camino de la imprenta y que cada vez falta menos para que llegue a las tiendas, ha llegado el momento de traeros un primer adelanto algo más sustancioso del libro. Sin embargo, en esta ocasión, en vez de colgar el típico capítulo de muestra en PDF (que de todos modos podréis encontrar en breve en la web de Es Pop), he preferido hacer algo un poco diferente. De modo que, aprovechando que los vídeos de Guns N’ Roses están disponibles en YouTube, se me ha ocurrido ir extractando aquellos fragmentos de la autobiografía en los que Slash va comentando cómo fue el rodaje de cada uno de ellos para elaborar esta especie de guía audiovisual. Comenzamos por…

Welcome to the Jungle, 1987
Antes de salir a la carretera con The Cult, rodamos el vídeo para “Welcome to the Jungle”, el primero que hacíamos. El rodaje duró dos días. El primero, grabamos todas las pequeñas escenas que nos definen a cada uno como personajes individuales: Axl saliendo de un autobús, Izzy y Duff paseando por la calle, etc. Si parpadeas, lo más probable es que a mí ni me veas: soy el borracho sentado en un portal con una botella de Jack metida dentro de una bolsa de papel. Rodamos aquellas escenas en La Brea, frente a una pequeña tienda de barrio que había encontrado nuestro director, Nigel Dick. Yo ya estaba familiarizado con el largo y arduo proceso de grabar vídeos: en 1982 había sido extra en uno para un tema de Michael Schenker sacado de su álbum Assault Attack. El ciclo constante de «carreras y pausas» habitual en cualquier tipo de rodaje me parecía tan aburrido que para cuando llegó el momento de grabar mi escena para el vídeo de “Jungle” ya estaba completamente borracho. Ese clip muestra perfectamente cómo era mi vida en aquel momento: un minuto después de que el director gritara «Corten» me peleé con nuestro representante, Alan Niven. Lo mandé al carajo y me perdí en la noche, haciendo autoestop hasta quién sabe dónde.
A la noche siguiente grabamos en el Park Plaza Hotel, donde tenía su sede el Scream Club de Dale Gloria. Dale es célebre entre los noctámbulos de Los Ángeles por haber sido el propietario de varios clubes; Scream era el más legendario. Aquel segundo día fue igual de largo y tedioso, pero al menos grabamos al grupo interpretando la canción en directo. Primero la tocamos a puerta cerrada y después llenamos el club con público y la volvimos a interpretar tres veces seguidas. Aquello sí estuvo bien. Y con eso terminamos nuestro primer vídeo.

Sweet Child O’ Mine, 1987
Regresamos a L.A. y grabamos el vídeo para “Sweet Child O’ Mine”, más que nada para mantenernos ocupados mientras Alan buscaba un modo de volver a sacarnos a la carretera. El rodaje no estuvo del todo mal; sólo fueron otro par de días sentados esperando a que nos llegara el turno de hacer algo. Mientras hubiera un elemento de interpretación en directo, a mí ya me parecía bien. En el vídeo salen todas nuestras novias del momento, lo cual me resulta bastante gracioso al verlo ahora, con la distancia que da el tiempo.

Paradise City, 1988
En el transcurso de aquella gira [con Aerosmith] tocamos en el estadio de los Giants, compartiendo cartel con Deep Purple. Es un recinto gigantesco y teníamos tanto espacio en el escenario que podíamos ponernos literalmente a correr; siempre se nos dio bien eso. Hicimos un set de cuarenta y cinco minutos y tocamos “Paradise City” dos veces porque aprovechamos para rodar un vídeo. El público explotó. El estadio de los Giants tiene una capacidad de ochenta mil personas, y aunque no estaba del todo lleno nunca habíamos tocado para tanta gente a la vez. La energía era increíble. Fue uno de esos momentos en los que de verdad me di cuenta de lo populares que nos estábamos volviendo en el mundo «real». Fue un momento de claridad. Visto con la perspectiva que otorga el tiempo, era evidente que a pesar de los éxitos de Aerosmith en la radio pronto fuimos nosotros los que pasamos a ser la atracción principal. Sucedió muy rápido, gracias a la constante rotación del vídeo de “Sweet Child O’ Mine” en la parrilla de MTV. En apenas unas semanas desde que se lanzó como single a primeros de junio, llegó al número uno y nos convirtió en el grupo más popular del país. Desde arriba nos llegaban rumores, pero yo no fui realmente consciente de ello hasta que la revista Rolling Stone apareció en mitad de la gira. Habían enviado a un periodista para que escribiera un artículo de portada sobre Aerosmith, pero al cabo de un par de días observando las reacciones del público y viéndonos tocar, la revista optó por darnos a nosotros la portada. Para cuando acabó la gira, éramos un puto fenómeno y generábamos un nivel de entusiasmo que a mí me dejaba desconcertado noche tras noche.
Las secuencias de concierto que se ven en “Paradise City” se rodaron en dos lugares; el primero fue el estadio de los Giants en Nueva Jersey y el segundo, un mes más tarde, durante el festival Monsters of Rock en Castle Donington, en las Midlands inglesas, el 20 de agosto de 1988. Para cuando llegamos a Donington, “Sweet Child” y “Welcome to the Jungle” habían irrumpido en las listas de todo el mundo y el disco había entrado en el Top Ten. En aquel concierto obtuvimos una reacción frenética que nunca hasta entonces habíamos presenciado. El festival rompió aquel año todos sus récords de asistencia, superando la marca de las cien mil personas. No se nos ocurría un lugar más indicado para grabar nuestro directo… hasta que dos personas fallecieron pisoteadas justo frente al escenario durante nuestra actuación.

Patience, 1989
Grabamos el vídeo para “Patience” en dos localizaciones: una fue The Record Plant, el estudio en el que habíamos registrado las canciones; de ahí salieron las secuencias en las que se nos ve tocar. El resto del vídeo (las escenas con los diferentes miembros del grupo) las grabamos en el Hotel Ambassador, donde asesinaron a Bobby Kennedy. En aquel momento estaba cerrado al público, pero disponible para rodajes de películas y vídeos.
Yo tenía dos serpientes que me habían regalado mientras estaba en el apartamento de Larrabee: una era una boa constrictor de cola roja y metro ochenta de envergadura, llamada Pandora, que había sido un regalo de Lisa Flynt, la hija de Larry. La otra era una pitón birmana de dos metros setenta de envergadura llamada Adriana. Las dos vivían en el armario de mi dormitorio y las dos salen en el vídeo.
Recuerdo bien aquel día. Estaba empezando a convertirme en uno de esos músicos yonquis que asumen que lo que hacen es tan común y sabido por todos que apenas sienten la necesidad de disimularlo. Aparecí en el rodaje, pasé a toda velocidad junto a los técnicos de luces y los cámaras, que llevaban allí apelotonados todo el día para preparar la escena, y me encerré en el cuarto de baño. Ahora era el típico guitarrista cuya reputación le precede y que vive a su altura: me quedé allí dentro unos ocho minutos, después salí colocado y me tiré en la cama con mi boa por encima. Apenas me moví mientras ellos rodaban lo que necesitaban. Creo que no le dije ni media palabra a nadie. Debió de ser surrealista.

It’s So Easy, 1989
El día anterior al primer concierto con los Stones, dimos una actuación de calentamiento en el Cathouse que fue la polla. Era la primera vez que volvíamos a tocar tras una buena temporada y teníamos tanta energía contenida que sonamos asombrosamente bien. Fue un concierto memorable, aunque no careció de momentos desagradables, ya que Axl insultó a David Bowie de tal manera desde el escenario que Bowie se marchó a mitad de actuación.
David estaba allí con mi madre, sentados a una mesa cerca del escenario, y al parecer Axl estaba convencido de que en el backstage, antes de empezar, David le había estado tirando los tejos a Erin Everly. Era una idea tan absurda que mi madre tuvo que preguntarme después qué cojones le pasaba a Axl. Fue una situación incómoda, pero intenté obviarla para centrarme únicamente en lo positivo. Aquella velada fue registrada para la posteridad en el video de “It’s So Easy”, que nunca fue aceptado por MTV ni emitido en Estados Unidos porque nos negamos a eliminar los tacos de la canción.

Don’t Cry, 1991
Una vez que quedó decidido, una vez que quedó grabado en piedra que el segundo de los cinco miembros fundadores de Guns N’ Roses dejaba el grupo, terminamos la gira europea. El último concierto de Izzy fue frente a setenta y dos mil personas en el estadio Wembley, en Londres, para el cual agotamos las entradas más rápidamente que cualquier otro artista en la historia. Pero lo que realmente merece la pena mencionar es que, al menos según yo lo recuerdo, después de que Izzy nos informara de que abandonaba el grupo, ninguno de los conciertos restantes de la gira europea comenzó tarde. Tras Wembley, regresamos a L.A. y grabamos el vídeo para “Don’t Cry”, en el que Dizzy Reed sale con una camiseta que pone: «¿Dónde está Izzy?».

November Rain, 1992
Cuando regresamos a L.A. me permití un raro capricho: una guitarra. Un coleccionista se había puesto en contacto con nuestros representantes porque quería venderme la Les Paul de 1959 de Joe Perry, el modelo Sunburst de color tabaco con la que sale en incontables fotografías. La ex mujer de Joe la había vendido cuando él aún era drogadicto y habían pasado por una mala racha económica. Y era la auténtica; el tipo tenía fotos y toda la documentación. Era una guitarra que yo conocía bien: era la que enarbolaba Joe en el póster de Aerosmith que había tenido en la pared de mi cuarto durante mi adolescencia. Tenía un rayazo inconfundible; era la de verdad.
El tipo quería ocho mil dólares por ella, y aunque yo nunca me había gastado ocho de los grandes en nada en toda mi vida, tenía que tenerla. Fue un momento bastante alucinante para mí cuando por fin la tuve entre mis manos; el mismo instrumento que había jugado un papel esencial en el camino que había elegido para mi vida era ahora mío (más tarde la utilizaría en el vídeo de “November Rain”). Fue entonces cuando sentí que de verdad había triunfado.

Since I Don’t Have You, 1993
The Spaghetti Incident salió a la venta en noviembre de 1993 y el single fue “Since I Don’t Have You”, lo cual estaba lejos de ser la mejor idea, a pesar de que fuera una excelente versión. También grabamos un vídeo. Por aquel entonces yo salía cantidad de marcha con Gary Oldman, así que el día del rodaje me lo llevé conmigo al estudio. Tras “November Rain” y “Estranged”, estaba ya harto de los vídeos conceptuales ideados por Axl, y este prometía ser otro más en la lista. Casi me marché del plató cuando me dijeron que tenía que ponerme en mitad de un estanque lleno de agua y posar mientras tocaba la guitarra durante quince tomas. Afortunadamente, Gary intervino:
—No, no —dijo—. Saldrá bien. Espera un momento.
Desapareció un buen rato en vestuario y maquillaje para reaparecer disfrazado de Marqués de Sade, con un traje victoriano completamente auténtico. También tenía un par de accesorios de atrezo y decidió que me llevaría en bote a través de la laguna Estigia mientras yo tocaba el solo bajo la lluvia. Para cuando llegó el momento de rodar, había perdido el disfraz y terminó interpretando a una especie de demonio con la cara pintada de blanco y unos pantalones ajustados. Casi fue demasiado convincente. Después de aquella tarde, estoy casi seguro de que lo siguiente que supe de Gary fue que estaba en rehabilitación.

Y con esto acabamos el repaso de Slash a los vídeos de Guns N’ Roses. Evidentemente, faltan varios sobre los que no comenta nada en el libro, aunque en determinados casos, como el de «Estranged», la verdad es que no me extraña (¡esos delfines!). Para eso, mejor nos despedimos con este:

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lunes 3 de mayo de 2010

Una charla con Christa Faust

Hace unos días, con la intención de seguir animando un poco el canal de Es Pop en YouTube, que lo teníamos bastante abandonado, entré en contacto con un bloguero norteamericano llamado Ron Hogan que grabó en su día una charla de presentación de A la cara, a cargo de Christa Faust y del editor de Hard Case Crime, Charles Ardai, en una librería neoyorquina. El hombre se enrolló y nos cedió el vídeo para que lo subtituláramos y pudiéramos compartirlo con vosotros. Son sólo ocho minutos y, a pesar de que se trata de una grabación casera, creo que merece la pena echarle un vistazo.

Y si todavía no habéis leído A la cara, recordad que podéis descargaros un adelanto en PDF con las primeras 20 páginas pinchando aquí.

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jueves 29 de abril de 2010

Neil Cross al habla

En poco menos de un mes saldrá a la venta el tercer título de la colección Es Pop Narrativa, editado al alimón entre Valdemar y Es Pop Ediciones. Se trata de Capturado, del británico Neil Cross. Neil es, además de guionista de televisión (Spooks, Luther), un novelista excepcionalmente dotado para el thriller psicológico caracterizado por un estilo engañosamente simple, fruto de una gran depuración formal y capaz de transmitir el máximo con el mínimo. A mí me gusta decir que es como una Patricia Highsmith para el siglo XXI, porque comparte con la creadora de Ripley un aguzado interés por los dilemas morales, lo éticamente cuestionable y el horror nacido de situaciones en apariencia banales; un horror a pleno sol en vez de agazapado entre las sombras, podríamos decir. En el siguiente vídeo podréis ver al propio Neil comentando un poco por encima el argumento de Capturado y los orígenes de la novela.

Y como no se me ocurre nada mejor para complementar las palabras de Neil que los primeros capítulos de la novela, aquí os dejo un adelanto en PDF con las primeras 15 páginas de Capturado.

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martes 1 de diciembre de 2009

Manel, Carlitos y Snoopy

Una de las cosas que más me sorprendió de la presentación de Schulz, Carlitos y Snoopy anteayer en Getxo fue lo que comentó Manel acerca de su primera toma de contacto con Peanuts. Y es que, a pesar de que posteriormente Snoopy pasara a convertirse en un símbolo del pijerío más rancio, motivo por el cual muchos tendimos a alejarnos de la obra debido a prejuicios que nada tenían que ver con su esencia, resulta que a finales de los setenta Carlitos era un personaje muy buen visto por los progres catalanes. Pero mejor que sea el propio Manel quien lo cuente, gracias a este vídeo cortesía de Mireia Pérez.

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viernes 27 de noviembre de 2009

David Michaelis al habla

Con motivo del lanzamiento en Estados Unidos de Schulz, Carlitos y Snoopy: una biografía, su autor, David Michaelis, grabó este pequeño vídeo comentando algunas de sus impresiones acerca del creador de Peanuts y explicando un poco qué era lo que le había atraído de la figura de Charles Schulz y qué fue lo que le motivó a embarcarse en la redacción de su biografía. Me ha parecido un momento pertinente para recuperarlo y subtitularlo, de modo que aquí lo tenéis.

Ya sabéis que, como de costumbre, podéis hacer de él cualquier uso que estiméis oportuno: copiarlo, enlazarlo, incrustrarlo… lo que sea. El vínculo del vídeo en YouTube es: http://www.youtube.com/watch?v=lV3voI5ZESI

Ya que estoy, aprovecho para comentar brevemente dos cosillas. Una, que la distribución del libro se ha retrasado una semana. En cualquier caso, ya está acabado y hoy mismo saldrá hacia los almacenes de la distribuidora, con lo cual a partir de mediados de la semana que viene lo tendréis en las tiendas (también, si preferís comprarlo a través de la web, podéis ir haciendo ya vuestros pedidos, los cuales se enviarán el próximo día 1 de diciembre para que los recibáis en casa al día siguiente). Pero como no todo van a ser malas noticias, decir también que, gracias a que los pedidos iniciales han sido bastante más elevados de lo que esperábamos, hemos decidido que podemos permitirnos arriesgar un poco más y el precio final del libro va a ser de 26 € en vez de los 28 previstos. ¡Para que veáis que Es Pop también toma medidas contra la crisis!
Por último, avisar de que este domingo 29 a las 12:00 en el salón del cómic de Getxo, a modo de presentación del libro, se celebrará una mesa redonda en homenaje a Charles Schulz en el décimo aniversario de su muerte en la que intervendremos Pepo Pérez, Manel Fontdevila, Santiago García y yo mismo. Si os parece, allí nos vemos.

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miércoles 18 de marzo de 2009

En portada: John Gall

¿Qué hace que una portada de un libro sea buena?
Diferentes grupos dentro de la misma editorial te darán respuestas distintas a esa pregunta. Lo que a un editor le parece bueno, puede que al departamento de ventas no se lo parezca. Y nosotros, como diseñadores, tenemos una serie de criterios completamente diferentes, que a la vez deben incluir los criterios de todos los demás. Resolver ese dilema siempre es complicado. Una portada realmente buena debe transmitir la esencia del libro de una manera única y sorprendente, y que quizá rompa un poquito los esquemas. Podría incluso llegar a complementar o a potenciar el contenido editorial del libro. Supongo que el que una portada sea vista y respetada por otros diseñadores también es bueno, pero la verdadera misión es conseguir que el libro cause una buena primera impresión. Si luego la gente realmente llega a comprar libros debido a la portada es algo abierto a debate.

Esto es lo que comentaba hace un par de años en una entrevista aparecida en la revista Step el diseñador norteamericano John Gall, director artístico de Vintage Books, un sello de Random House dedicado principalmente a las reediciones en rústica de novelas aparecidas anteriormente en Knopf.

Junto a Chip Kidd, Rodrigo Corral y Henry Sene Yee, Gall es uno de mis diseñadores favoritos de cuantos trabajan en la actualidad para las grandes editoriales estadounidenses, así que, en lo que termino de traducir un par de trabajos que tengo a medias y que me tienen un poco alejado del blog, he pensado que bien podía aprovechar para colgar aquí unas cuantas portadas suyas: mis doce favoritas.

Y como aquí en Cultura Impopular siempre estamos a la última, he pensado que a lo mejor os interesaba ver también este vídeo, producido en mayo del año pasado por la cadena de librerías Barnes & Noble, en el que el propio Gall explica cuáles son sus cinco reglas para diseñar la portada de un libro. Y para que no parezca una de esas entradas de relleno hecha en cinco minutos, le he añadido subtítulos en castellano, así que ya no hay excusa para no verlo. A ver qué os parece.

Si os ha interesado, podéis echarle un vistazo a esta otra entrevista, bastante interesante también y que además viene acompañada de muchas más imágenes. Mientras tanto, aquí os dejo el resto de mis portadas favoritas (todas ellas vinculadas a sus páginas respectivas en Amazon por si alguien siente curiosidad o se quiere dar un capricho). Espero que las disfrutéis.



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lunes 9 de febrero de 2009

De entre los muertos

Bill Hicks. Foto: Chris Saunders.

Debo reconocer que, hasta que empecé a trabajar en Paramount Comedy, nunca le había prestado la más mínima atención a la stand up comedy o comedia de escenario. De hecho, ni siquiera entonces puedo decir que fuera un gran aficionado. Hizo falta que llegara a la empresa mi amigo Pepón Fuentes, que además de cómico es todo un estudioso del género, para que empezara a conocer y a apreciar nombres como los de Sam Kinison, Don Rickles y George Carlin o facetas hasta entonces desconocidas para mí de actores como Richard Pryor o Chris Rock (cuando por fin entendí por qué tenían esa fama de graciosos que a mí siempre me había resultado incomprensible viendo sus películas). Hasta entonces, mi conocimiento del género se limitaba a dos nombres: Lenny Bruce (a través de la estupenda película de Bob Fosse) y Bill Hicks, de cuya muerte se cumplirán 15 años el próximo 26 de febrero.

Bill Hicks en Preacher # 31. Dibujo: Steve Dillon.

A Bill Hicks lo conocí, de entre todos los sitios, en el número 31 de Preacher, la serie de Garth Ennis y Steve Dillon. Sin embargo, lo que me llamó la atención no fue tanto su aparición como «estrella invitada» de aquel cómic sino la apasionada semblanza de su persona pintada por Ennis en la página del correo. Como ignoro si aquel texto llegó a publicarse alguna vez en la edición española, lo reproduzco en parte a continuación:

Un pequeño poeta oscuro…
Mi admiración y respeto por Bill Hicks y su trabajo no tienen límites, así que cuando surgió la oportunidad de hacerle aparecer en Preacher no podía permitirme dejarla escapar. Este tío fue –es– uno de mis pocos auténticos héroes y me gustaría dedicar este pequeño espacio a explicar el motivo.
Nunca he escuchado a nadie ni nada que se le pueda comparar, ni antes ni desde entonces. En sus grabaciones, en sus espectáculos en directo (uno de los cuales tuve el privilegio de ver) Bill Hicks contó verdades e hizo preguntas y dio respuestas de un modo que me dejó agradecido a la vez que anonadado. Agradecido porque, como dice Jesse en este número, me alegró que hubiera alguien dispuesto a llamar la atención sobre aquellos temas; anonadado, porque fue capaz de hacerlo a la vez que casi consiguió que me rompiera la maldita caja torácica de la risa.
Es imposible hacerle justicia en un par de párrafos. De hecho, no podría hacerle justicia a Bill y a su carrera ni aunque me pasara escribiendo desde hoy hasta el día del juicio final. En vez de eso, permitid que os recomiende sus grabaciones en cinta o CD. Disponibles ahora mismo en Rykodisc tenéis Dangerous, Relentless, Arizona Bay y la que personalmente es mi favorita: Rant in E-Minor. Dadle una oportunidad, chicos. Dudo mucho que vayáis a arrepentiros. […] Sinceramente me faltan palabras para recomendar el trabajo de Bill Hicks como se merece. Creo que, en el fondo, su corazón pertenecía a una era anterior: en un mundo dominado por la cháchara vacía y héroes de treinta segundos, aquí tenemos un cómico al que merece la pena escuchar y un hombre al que merece la pena recordar.

Bill Hicks en Preacher # 31. Dibujo: Steve Dillon.

El texto de Ennis se publicó originalmente en noviembre de 1997, pero en mi opinión sigue siendo igual de vigente que entonces (con la diferencia de que hoy resulta infinitamente más fácil acceder a las grabaciones y vídeos de Hicks, circunstancia que no deberíais dejar de aprovechar). De hecho, gran parte de los males contra los que «predicaba» el cómico no han hecho sino acentuarse. Por si queréis comprobar lo auténticamente contemporáneo que sigue siendo su humor (o lo poco que hemos evolucionado en tres lustros), aquí os traigo, subtitulado en castellano, el vídeo de su inesperada resurrección televisiva de hace diez días, cuando David Letterman, en un nuevo ejemplo de la progresiva «zombificación» en la que está cayendo la cultura mainstream, recuperó una antigua colaboración, grabada por Hicks en octubre de 1993 para su programa The Late Show With David Letterman, que había permanecido inédita hasta ahora tras haber sido censurada en su día. Letterman, todo sea dicho, demostró tener suficiente clase y savoir faire como para invitar al programa a la madre del cómico para poder pedirle disculpas públicamente por «los prejuicios y la pena» que pudiera haberles causado tanto a Hicks como a su familia. «Tomé una decisión», dijo, «basada más que nada en la inseguridad. Echando ahora la vista atrás, no entiendo por qué; busco un motivo y no lo encuentro. Siento haberlo hecho, fue un error». Y decir todo esto, qué duda cabe, le honra. Lo que yo me pregunto, en cualquier caso, y a pesar de la alegría que me da el que esta grabación perdida haya salido por fin a la luz (aunque ya existían transcripciones y diferentes versiones del mismo texto interpretadas por Hicks, nunca se había podido ver hasta ahora), es por qué un programa del calibre del de Letterman necesita recurrir a un cómico fallecido para poder tratar temas tan controvertidos en los tres grandes canales de la televisión norteamericana como la religión, el aborto o la homosexualidad. ¿Es porque ahora ya está considerado un clásico y eso, que quieras que no, sirve de excusa? ¿Dónde está el nuevo Bill Hicks? ¿Dónde está ese humorista vitriólico que meta el dedo en la llaga, no desde un especial grabado para la HBO sino desde un foro público y multitudinario? Mientras aparece, supongo que habrá que conformarse con que la cultura del reciclaje nos haya permitido recuperar al original. Aquí lo tenéis:

Ésta sería la última vez que Bill Hicks grabaría algo para la televisión. Cuatro meses más tarde, había fallecido por culpa de un cáncer pancreático. Visiblemente afectado tras la eliminación de la que sabía podía ser su última actuación ante un público masivo, escribió una larga carta a John Lahr, periodista y crítico de The New Yorker, dando cuenta de su incredulidad («¿Es que no resulta evidente que son chistes?») y acusando a los productores de haber cedido ante la presión de algunos de sus más importantes anunciantes, vinculados a grupos «Pro-vida».

«Hice lo que siempre he hecho», le escribió Hicks a Lahr. «Interpretar mi material de una manera divertida y que a mi me pareció graciosa. El artista siempre actúa para sí mismo y soy de la creencia de que los miembros del público, viendo que esa persona es libre de expresar sus pensamientos, por extraños que puedan parecer, se sienten inspirados y piensan que, quizá, ellos también deberían ser capaces de expresar libremente sus pensamientos más íntimos con impunidad, alegría y desahogo, y a lo mejor descubrir nuestro vínculo común –único y sin embargo tan similar– unos con otros. Puede que esta filosofía parezca egoísta en un principio: interpreto para mí y además sólo cosas que me interesen a mí y que hagan que yo me parta. Pero es que, verás, yo no me considero diferente de los demás. El público también soy yo. Creo que todos tenemos la misma voz de la razón en nuestro interior y que esa voz es la misma en todos. Y creo que eso es lo que más temen CBS, los productores del programa de Letterman, las cadenas y los gobiernos: que un hombre libre, que expresa sus ideas y puntos de vista, pueda inspirar de algún modo a otros a que piensen por sí mismos y a que escuchen esa voz de la razón en su interior. Y entonces, quizá, uno tras otro, iremos despertando de este sueño de mentiras e ilusiones que el mundo, los gobiernos y su brazo propagandístico, los medios de comunicación tradicionales, nos inyectan continuamente a través de 52 canales, 24 horas al día».

Bill Hicks en Preacher # 31. Dibujo: Steve Dillon.

La web de The New Yorker tiene colgado en abierto el artículo integro de John Lahr, tal y como apareció publicado el 1 de noviembre de 1993. Podéis leerlo aquí. Una reproducción más amplia de la carta original de Hicks puede leerse aquí. Resulta interesante para entender mejor su filosofía del humor como arma de liberación.
Por último, si os interesa mínimamente la figura de Hicks, también os recomiendo este excelente artículo de Jack Boulware publicado en Salon.com en el año 2002. Está centrado principalmente en los últimos meses de vida de Bill Hicks y a mí por lo menos me ha resultado enternecedor y también inspirador: «Fue una de sus últimas actuaciones y resultó memorable, el público estuvo con él en todo momento. Al final del monólogo, Hicks puso a Rage Against the Machine para corear el estribillo: «¡Fuck you, I won’t do what you tell me!». Siempre que les he puesto el vídeo a amigos cómicos se les ponen los pelos de punta. No es el Bill Hicks que recuerdan. Se le ve terriblemente delgado, con una barba descuidada; va vestido con una chaqueta de twed y los pantalones le quedan anchos. Pero a tres meses de morir seguía yendo a por todas, todavía montado en la silla, galopando hasta el final».

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La mayor parte del tiempo se es más feliz con lo convencional que con
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