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jueves 12 de diciembre de 2013

Una entrevista con Chris Womersley

Si seguís el twitter o el facebook de Es Pop ya sabréis que el escritor australiano Chris Womersley es el autor de Por mal camino, tercer título de nuestra colección Pulpo negro que, como quien dice, acabamos de poner en la calle. Comparto aquí hoy un par de materiales promocionales que hemos preparado para acompañar el lanzamiento del libro. El primero es el vídeo que podéis ver sobre estas líneas, cedido generosamente por Scribe Publications, los editores de Chris en Australia (los subtítulos están integrados en YouTube; hay que activarlos en el vídeo). El segundo es esta «entrevista» creada a partir de varias conversaciones que preparamos para acompañar al dossier de prensa. ¡Buena lectura!

¿Por qué escritor?

Nunca hubo una decisión concreta de hacerme escritor. Fue más bien una especie de maldición familiar inevitable. Toda mi familia ha estado relacionada con la escritura de una manera u otra y crecí en una casa llena de libros, algo por lo que me considero extremadamente afortunado.

¿Qué tres obras —libro, cuadro, pieza de música, etc.— crees que tuvieron un mayor efecto sobre ti en el pasado, hasta el punto de influir tu desarrollo como escritor?

Recuerdo haberme sentido profundamente marcado por El bueno, el feo y el malo, de Sergio Leone, que debí de ver cuando tenía unos doce años. Cumbres borrascosas también fue una gran influencia; una historia de violencia y amor intensos. Por último, me encantaban The Velvet Underground, por su capacidad para crear música alternativamente bella y aterradora.

Empezaste escribiendo cuentos y todavía sigues haciéndolo entre novela y novela. ¿Qué es lo que más te gusta de escribir relatos breves y qué lo que más de escribir una narración larga?

Una de las mejores cosas que tiene la ficción breve es que puedes terminar una historia en menos de tres años, de modo que puedes ir obteniendo satisfacciones a la vez que dedicas tiempo a retocar las novelas. Dicho esto, también he escrito algunos cuentos que me han llevado varios años desde que los imaginé hasta que al fin conseguí terminarlos. Disfruto con la disciplina de tener que ir directo al grano cuando escribo relatos, pero no cabe duda de que en una novela uno puede examinar elementos complejos con mucha más profundidad. Como lector, disfruto realmente con la experiencia de sumergirme en una novela, y eso es lo que busco proporcionar al lector en las mías.

¿Puedes describir tu proceso de trabajo? ¿Qué es lo que te lleva hasta la silla y hace que las palabras comiencen a fluir?

Como ahora mismo dispongo de un tiempo bastante limitado, simplemente tengo que aprovechar cada momento que se me presenta. Algo que hago regularmente es buscar una pieza musical que se aproxime al tono que pretendo conseguir en la novela (o en una escena de la novela) y eso puede ponerme en marcha. Lo mejor de todo, en cualquier caso, es pegamento para el culo, disponible en todas las buenas ferreterías.

Foto: Roslyn Oades.

Por mal camino tuvo una excelente acogida crítica, lo cual debió de ser una sensación maravillosa, tratándose de tu primera novela. ¿Tuvo esta experiencia algún tipo de efecto sobre tu escritura?

Es cierto que Por mal camino recibió una atención bastante positiva, lo cual fue maravilloso, pero en realidad no cambió mi manera de trabajar a la hora de afrontar Bereft. Para mí siempre se trata de un proceso bastante azaroso. Por fortuna, Por mal camino no fue ni semejante exitazo que me dejara cohibido ni tampoco un desastre que me hiciera perder la confianza. Por supuesto, ninguna novela es fácil de escribir, ni debería serlo. En cierto modo, lo más difícil para mí a la hora de escribir una novela —o quizá cualquier tipo de ficción— es hallar la “voz” adecuada. Zadie Smith afirma pasarse meses trabajando en los primeros capítulos de sus novelas, para luego descubrir que el resto cae por su propio peso una vez ha encontrado el tono adecuado para la obra. En mi caso viene a pasar un poco lo mismo. La perseverancia es siempre la clave, creo yo. Ese empeño en enfrentarse a la página en blanco hasta que sucede algo. Ese empeño en escribir basura con la seguridad de que al final conseguirás sacar algo mínimamente aprovechable. Para mí, lo mejor de escribir una segunda novela fue saber que ya había completado el proceso antes, de modo que probablemente —posiblemente— sería capaz de repetirlo. La sospecha que me rondaba mientras escribía Por mal camino era que quizás no tuviera lo que había que tener para ser escritor. La segunda vez esa sensación se atenúa ligeramente, aunque sospecho que no es mala cosa conservar siempre esa pizca de duda, ese temor a que alguien te desvele como un fraude. Te hace seguir adelante.

Me gusta esta cita tuya que dice: “Escribes un libro, lo cual es un ejercicio bastante interior, y de repente queda expuesto al mundo y la gente responde a él de muchas maneras distintas”. ¿Cuáles han sido para ti esas maneras?

Por mal camino en particular generó una respuesta muy fuerte y muchos comentarios muy interesantes. Creo que hubo lectores que se sintieron traicionados por la manera en la que termina el libro. Pero precisamente el propósito de Por mal camino era escribir una historia bastante truculenta acerca de un grupo de personajes que en bastantes aspectos son… algo repelentes, la verdad. Son criminales encallecidos que se han dado a la fuga. Asesinos. Y lo que me interesaba era aportarles cierto grado de humanidad. Bereft es un libro más amable. En cualquier caso, me parece que no hay manera de controlar el modo en el que alguien lee tu novela. Algunos autores se preocupan mucho acerca de la manera en la que deberían ser leídos sus libros, pero yo soy más de la escuela de que, una vez editado, la gente lo aborda desde su propia perspectiva y con sus propias interpretaciones.

Tengo entendido que te gusta la novela criminal, pero no eres precisamente fan de los policíacos procedimentales. Sin embargo, cuando se editó Por mal camino, seguro que te etiquetaron como escritor de género negro.

Me frustra bastante la idea de que tenga que existir una separación entre novelas que sean percibidas como “de género” y, en consecuencia, de menor mérito literario, frente a otras más literarias que, a menudo, carecen en gran medida de narración. Me parece una división completamente falsa. Un buen libro en mi opinión es un libro que no sólo merece la pena ser leído una vez, sino varias. Y creo que muchas de las obras más interesantes que se están escribiendo actualmente están enmarcadas en lo que llamaríamos “literatura de género”. Personalmente me interesa el crimen, pero más en lo que se refiere a sus consecuencias, el modo en el que los actos de las personas les afectan y les persiguen, como le pasa al personaje de Lee en Por mal camino.

Tu trabajo ha sido comparado con autores como Edgar Allan Poe, Dickens, Beckett y Cormac McCarthy, entre otros. ¿Tú con cuál te quedarías?

Hum… Sigo sintiendo mucho aprecio por Charles Dickens. Puede pasarse de sentimental y tiene cierta tendencia a divagar un poco, pero por lo general sus personajes siempre son vívidos y divertidos y memorables. Además, sus libros siguen vendiéndose muchos años después de haber muerto, y ¿qué autor no querría eso? Que tampoco es que esté planeando morir pronto, pero…

Ya sean médicos opiómanos o sheriffs sociópatas, pareces sentir cierta atracción por los bajos fondos de la sociedad. ¿Podemos esperar más de lo mismo en tus obras futuras?

¡Ja! Es cierto, me encantan los casos perdidos. Son mucho más interesantes y más divertidos a la hora de trabajar que la gente feliz y normal. De modo que la respuesta es: sí, pueden esperar que sigan apareciendo de vez en cuando en el futuro.

Conversación compuesta a partir de las siguientes entrevistas: Tara Moss, 13th Street, 2011; Emily Kiddell, The Melbourne Review, 2011; Claire Gregory, All the World’s Our Page, 2011; John Purcell, Booktopia, 2011.

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miércoles 16 de mayo de 2012

Cinco para el ring

Luna de casino no es una novela sobre boxeo, pero sí es una novela sobre oportunidades perdidas, sueños rotos y cantos de sirena; sobre caminos equivocados y los extremos a los que podemos llegar para intentar enderezarlos. Resulta de lo más apropiado por tanto que, aunque como decía, no sea una novela sobre boxeo, Luna de casino culmine en una explosiva velada pugilística que sirve tanto de telón de fondo como de catalizador para la resolución de todas las tramas urdidas con mano firme y prosa afilada por Peter Blauner. Y es que, al margen de que su utilidad sea metafórica o literal, el boxeo tiene algo, a medio camino entre lo mítico y lo mundano, entre lo brutal y lo poético, que funciona de maravilla a la hora de aplicarlo a la ficción. Esto es algo que han tenido muy claro autores tan dispares como London, Cortázar, Schulberg o Mailer. Pero hoy no quiero hablar tanto de literatura como aprovechar el lanzamiento de Luna de casino como excusa para enumerar mis cinco películas sobre boxeo favoritas. Allá van.

5. MÁS DURA SERÁ LA CAÍDA
The Harder They Fall · Mark Robson · 1956
Basada en la fabulosa novela homónima de Budd Schulberg (publicada en España hace años por Alba), Más dura será la caída está inspirada en la carrera del gigante italiano Primo Carnera, si bien no se trata ni mucho menos de un «biopic» al uso. Además de camuflar a Carnera tras el personaje de Toro Moreno, la historia no sigue tanto al boxeador como a un periodista en horas bajas que acepta el trabajo de agente de prensa de un promotor poco fiable dispuesto a forrarse convirtiendo a Moreno en un fenómeno. Más centrada en los tejemanejes del negocio que en el deporte en sí (ver la conversación del minuto 32), Más dura será la caída contiene la última interpretación de un terminal pero en cualquier caso excelente Humphrey Bogart y un guión continuamente salpimentado por perlas como «Tus puñetazos no conseguirían cascar ni un huevo». 100 % noir en el gimnasio.

4. EL ÍDOLO DE BARRO
Champion · Mark Robson · 1949
El nunca lo suficientemente ponderado Mark Robson repite como director en esta arquetípica historia de ascenso y caída de un noble bruto con talento para la violencia corrompido por el éxito, cuyos ecos resuenan con fuerza tanto en Rocky como en Toro salvaje. Robson está particularmente inspirado (ver el flashback inicial inmediatamente posterior a la escena de créditos o el montaje musical de Midge Kelly entrenando, secuencia que crearía un patrón repetido posteriormente hasta la saciedad) y Kirk Douglas ofrece una de las más memorables interpretaciones de su personaje favorito: el adorable sabandija capaz de mascar diálogos impronunciables hoy en día como: «Vas a ser una muchachita buena… porque de lo contrario te enviaré al hospital durante mucho, mucho tiempo». Puro nervio.

3. ALI
Ali · Michael Mann · 2001
A pesar de la tibia recepción obtenida en el momento de su estreno, Ali es una película fantástica (particularmente en su Director’s Cut editado directamente en DVD) que va mucho más allá de la vida del hombre anteriormente conocido como Cassius Clay para pintar un fresco ágil y vibrante de la cultura negra norteamericana de los años sesenta. La extraordinaria secuencia inicial, que intercala diversas escenas del pasado y presente de Alí al compás de un concierto de Sam Cooke, marca perfectamente el tono del resto de la película: montaje exigente, abundancia de información presentada de una manera poco complaciente, impresionante reconstrucción del ambiente (que es algo que va más allá de la mera recreación de la época) y actores en estado de gracia ofreciendo algunas de las mejores interpretaciones de su carrera. Recuerdo que a mucha gente le molestó particularmente la secuencia de tres minutos de Ali corriendo por Kinshasa, otra escena que resume a la perfección la voluntad del director por crear momentos interiores no verbalizados que acaban expresando más sobre la personalidad del personaje de lo que podría haberlo hecho cualquier discurso al uso. La inmersión en el ambiente que consiguen crear Mann y su director de fotografía Emmanuel Lubezki es tal que por mí podría haber seguido corriendo otros diez minutos; me hubiera seguido pareciendo igual de fascinante.

2. TORO SALVAJE
Raging Bull · Martin Scorsese · 1980
¿Qué se puede decir a estas alturas de una película tan citada como Toro Salvaje? Agresiva, frenética e inmisericorde, consigue que uno acabe sintiéndose igual de vapuleado que si hubiera compartido unos asaltos con el mismísimo Jake LaMotta y éste le hubiera utilizado para fregar la lona del ring. Para algunos, es excesiva. Para otros, entre los que me cuento, en eso reside precisamente parte de su brillantez. El resto, que no es poco, puede resumirse en el maravilloso blanco y negro de Michael Chapman, la brillantez de Thelma Schoonmaker a la hora de montar todo el filme, pero particularmente los combates, las interpretaciones uniformemente entregadas de todo el reparto, el ajustado guión de Paul Schrader y, cómo no, el intermedio de Cavalleria Rusticana. Pura magia.

1. COMBATE TRUCADO
The Set-Up · Robert Wise · 1949
Robert Wise, que también dirigiría en 1956 la notable Marcado por el odio, con Paul Newman en el papel de Rocky Graziano, hizo su primera incursión en el ring con esta espléndida, exuberante y para su momento enormemente innovadora película que narra, en tiempo real, una noche de combates en un pequeño pabellón de provincias. Hasta allí llega Bill «Stoker» Thompson, un boxeador maduro y en declive que lucha por aferrarse a unas migajas de dignidad, convencido de que todavía le quedan energías para ganar un último asalto. En apenas 73 minutos de puro magro, sin un solo gramo de grasa, Combate trucado plasma con asombrosa plasticidad el paisaje y sobre todo el paisanaje que puebla la noche pugilística con tal visceralidad que uno acaba compartiendo los nervios y sudores de la gran mayoría de sus personajes. El gran Robert Ryan, célebre sobre todo por sus papeles de turbio (cuando no de tarado) en innumerables clásicos del género negro, ofrece en este caso una de sus mejores interpretaciones encarnando con maravillosa y expresiva contención toda la vulnerabilidad y simpleza de Thompson. En resumen: un pequeño clásico que a falta de romperte la cara te rompe el corazón.

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martes 28 de febrero de 2012

Booktrailer: Diablos de Polvo

Título: Diablos de polvo
Autor: Roger Smith
Características: Rústica. 352 pags. 14 x 21,5 cm.
ISBN: 978-84-936864-7-5
Es Pop Ediciones. Colección Pulpo Negro nº 2

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martes 21 de febrero de 2012

Booktrailer: Luna de Casino

Título: Luna de Casino
Autor: Peter Blauner
Características: Rústica. 400 pags. 14 x 21,5 cm.
ISBN: 978-84-936864-6-8
Es Pop Ediciones. Colección Pulpo Negro nº 1
BSO: «Riding Down the Canyon». Jimmie Revard & His Oklahoma Playboys

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