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viernes 31 de agosto de 2018

Sangre en la portada

Foto: Javi Godoy

Parece mentira, pero hace justo un año estábamos terminando la producción de Algo en la sangre, la biografía de Bram Stoker escrita por David J. Skal, y a día de hoy aún no había encontrado el momento de escribir el ya tradicional «cómo se hizo» de la portada. ¡Vamos allá!
Desde un primer momento supe que para este libro quería contar nuevamente con Javi Godoy, que ya había realizado la portada de nuestro anterior libro de Skal, Hollywood gótico. El proceso arrancó de manera muy similar, intercambiando decenas de imágenes que nos parecieran apropiadas como punto de partida o simplemente inspiradoras: fotos de Stoker, portadas de libros y tebeos, carteles de cine polaco, ilustraciones científicas de murciélagos…

A continuación, Javi me envió esta batería de pruebas que podéis ver aquí arriba (sus bocetos son tan elaborados que, para evitar trabajar en vano y avanzar con mayor rapidez, nos resulta más cómodo ir sentando las bases con referencias fotográficas). El primer objetivo era apartarse del aspecto académico de las típicas portadas de biografías tradicionales en busca de un tratamiento más llamativo. Viendo la yuxtaposición entre el rostro de Stoker y la imagen del murciélago, llegué a la conclusión de que, más que centrarnos en el contraste entre el autor de Drácula y su obra más famosa, que quizá sería lo previsible, estaría bien intentar ilustrar de algún modo la dualidad existente entre su vida pública y la privada, que no sólo es una de las principales líneas argumentales del libro de Skal sino también uno de los grandes temas de toda la era victoriana.

Para ello preparé algunos bocetos cutres en Photoshop, jugando con recursos como el reflejo, la sombra y las personalidades ocultas para intentar plasmar de una manera bastante literal esa idea de un Stoker secreto que permanece oculto tras una fachada de normalidad. Ni qué decir tiene que son todos bastante pobres, pero para eso sirve precisamente esta parte del proceso, para ir probando, descartando y reciclando, en caso de que acabe saliendo algún elemento digno de ser reciclado. De esta tanda, por ejemplo, surgió el deseo de darle una mayor presencia a la tipografía.

El momento eureka llegó cuando pensé que más que sombras, dobles siniestros o cualquier otro recurso de folletín, la mejor «máscara» de Stoker habría sido precisamente su escritura, que es lo único que la gran mayoría de lectores ha llegado a conocer de él. La «biografía secreta» de Skal vendría precisamente a revelarnos al hombre oculto detrás de las palabras, así pues, eso fue lo que decidí plasmar en la cubierta (una idea muy obvia, pero creo que bastante resultona). Esto, unido al deseo de darle un tratamiento tipográfico contundente, dio pie a las pruebas que podéis ver justo sobre estas líneas.


Debo reconocer que me sigue gustando mucho esta idea, sobre todo la manera en la que centra la mirada del espectador en los ojos y la boca de Stoker, y creo que con el tono adecuado de blanco y negro y una reserva uvi sobre las letras (lo que viene a ser un brillito, vamos) podría haber funcionado perfectamente. Por otra parte, contar con un ilustrador tan preciso como Godoy para luego taparle el dibujo no tiene mucho sentido, y tampoco creo que la portada hubiera funcionado igual de bien sin una foto. Así pues, había que seguir buscando. En cualquier caso, le envié a Javi las pruebas para que viera por dónde iba mi cabeza.

Javi respondió con esta nueva batería de propuestas, en las que Stoker vuelve a recuperar el terreno perdido. De entre todas, las que más me gustaron fueron precisamente las dos o tres versiones en las que el retrato y la tipografía comparten protagonismo, sin que ninguno de los dos elementos quede supeditado al otro. También me gustó mucho la tipografía escogida por Javi para el título, ya que permitía «enmascarar» a Stoker, pero sin ocultarle de manera desmedida.

Fue precisamente la disposición sesgada de la rotulación en esta última prueba, menos agresiva pero más original y hasta cierto punto «inquietante» (en el sentido de que hay algo torcido o desestabilizador en el contexto de una imagen aparentemente convencional), la que me terminó de conquistar.

Una vez decidida la composición, Javi se puso manos a la obra. Ya os podéis imaginar la cara que se me quedó cuando al cabo de unos días abrí el correo para encontrarme con esta auténtica maravilla que podéis ver aquí. (Skal lo describiría más tarde en su Facebook como uno de los mejores retratos de Stoker que ha visto en su vida).

Terminada la ilustración y decidido el tratamiento, ya sólo era cuestión de ir afinando: grosor, interlineados, tipografías secundarias, intensidad del color, tamaño de la caja de texto… todo es susceptible de cambio hasta encontrar la versión más satisfactoria. Normalmente no suelo colgar en el blog demasiadas imágenes de esta última parte del proceso, principalmente para no aburrir, pero me ha parecido que por una vez podía estar bien para ilustrar hasta qué punto puede llegar a cambiar una imagen sólo con variar pequeños elementos y cómo las decisiones finales son fruto de un proceso a veces bastante intenso de ajuste, repetición y depuración que discurre al margen de la evolución de la siempre decisiva idea central. Abajo, el resultado final.

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