Cultura Impopular

El blog de Espop Ediciones

viernes 20 de mayo de 2011

El otro Hollywood Redux

Los lectores veteranos de Cultura Impopular quizá recordarán esta entrada, una de las primeras del blog, en la que hablaba sobre el proceso de diseño de El otro Hollywood, el libro sobre la historia de la industria del cine porno escrito por Legs McNeil y Jennifer Osborne con Peter Pavia. En aquel entonces explicaba cómo nos habíamos debatido entre usar una portada eminentemente fotográfica, más fiel en apariencia al contenido de libro, o una ilustrada a partir de viejas imágenes del Hollywood clásico «con el objetivo de, en cierto modo, subvertirlas con la intención de subrayar esa dicotomía, tan bien tratada en el libro, entre la industria cinematográfica “legítima” y la del porno, que no sólo no están tan separadas como en un principio podría parecer sino que en muchos casos se solapan». Como ya sabéis, finalmente optamos por la portada fotográfica y así quedó la cosa. De modo que quizá os sorprenda saber que hoy 20 de mayo El otro Hollywood llega nuevamente a las tiendas con una portada distinta a la original. Bueno, en realidad no tan distinta, ya que no se trata sino de una versión algo más depurada de aquella alternativa que ya manejamos en un principio, la ilustrada con carteles de cine antiguos. ¿Por qué el cambio? Por una parte, a qué negarlo, porque en su día me quedé con las ganas de utilizarla y no quería desperdiciar esta segunda oportunidad. Por otra, más importante, porque creo sinceramente que, viendo el rumbo que ha tomado visualmente la colección Es Pop Ensayo, en aquel momento nos equivocamos al elegir la portada. Si os fijáis, las cubiertas de los otros tres libros que hemos publicado hasta ahora en la colección son eminentemente conceptuales: el logo de Jack Daniel’s en Los trapos sucios; la camiseta de Carlitos en Schulz, Carlitos y Snoopy; incluso la de Slash muestra una imagen deliberadamente icónica y muy tratada del melenudo guitarrista para transmitir una idea de lo que es o lo que representa Slash antes que la realidad física de cómo es él en persona. Por todo ello, y teniendo en cuenta que mi intención para los próximos títulos es seguir por esa línea de ilustración y sugerencia antes que de imagen literal, creo que esta otra portada de El otro Hollywood encaja ahora mismo mejor en el diseño general de la colección que la anterior. Y por eso a partir de hoy podréis verla en las tiendas tal que así:


Siguiendo con El otro Hollywood, precisamente ayer recibía un mail con un excelente artículo escrito por Antonio Marcos para el número de primavera 2011 de la revista Archivamos, de la Asociación de Archiveros de Castilla y León, titulado «Legs McNeil: el archivo oral como relato», cuya lectura os recomiendo (está disponible en Issuu). Entre las cosas que dice, está esta frase que me parece una de las mejores y más sucintas descripciones que he leído hasta ahora de todo lo que es El otro Hollywood: «Un libro modélico que junto a su tema principal desarrolla tramas propias de la mejor novela negra, debates políticos en torno a los derechos civiles y pautas de funcionamiento que nos dicen más del capitalismo que muchos tratados de economía aplicada». ¡Si la hubiera recibido antes la hubiera puesto en la contraportada!

Para terminar, una aclaración: aunque haya titulado esta entrada «El otro Hollywood Redux», lo único que ha cambiado del libro es la cubierta, no se trata de una nueva edición ampliada, revisada o con extras, así que si ya lo tenéis, tranquilos, que no os estáis perdiendo nada nuevo. A los que les guste más la portada anterior, decirles que todavía quedan algunos ejemplares rondando por ahí. ¡No los dejéis escapar! Para los que, por el contrario, tengáis ya el libro pero os guste más la nueva portada, hemos impreso unas cuantas de más por si acaso; escribidme al correo del blog y ya miraremos de encontrar una manera de hacérosla llegar.

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sábado 20 de febrero de 2010

El diablo y la señorita Spelvin

Georgina Spelvin en 1954. Visto en su web.

Supongo que a estas alturas muchos habréis visto ya el vídeo de «Paradise Circus» (uno de los temas del nuevo disco de Massive Attack), un trabajo que viene firmado por Toby Dye y que a mí me ha parecido particularmente acojonante. En él se suceden una serie de secuencias explícitas extraídas de la película pornográfica de 1973 El Diablo en la señorita Jones, entremezcladas con imágenes de una entrevista actual a la protagonista de dicha película, Georgina Spelvin. Y si por algo me parece particularmente maravilloso el vídeo, no es precisamente porque utilice escenas pornográficas para acompañar a la sinuosa música de Massive Attack (aunque hay que reconocer que el trabajo del montador es para quitarse el sombrero) sino por presentar una imagen tan inaudita, en esta cultura nuestra tan falsa y tan vendida a un falso concepto de la juventud, como la de una septuagenaria hablando con sinceridad y entusiasmo sobre un tema como el sexo. Es por ello y también para cambiar un poco de tercio tras estas últimas semanas dominadas por Snoopy y compañía, que he decidido subtitular el vídeo y también reunir un par de declaraciones extraídas de El otro Hollywood que trataban precisamente sobre el rodaje de El Diablo en la señorita Jones. Si os quedáis con ganas de más, pinchando aquí podéis leer en PDF el capítulo entero en el que aparecían originalmente (o comprar el libro, claro). Al habla, Fred Lincoln (actor, director y productor de cine X), Gerard Damiano (director de Garganta profunda y de El Diablo en la señorita Jones; en el vídeo es el tipo de perilla que sale sentado en el suelo en el minuto 2:26), la propia Georgina y Harry Reems (actor porno de legendario bigotón al que también podéis ver en el vídeo).

Paradise Circus

FRED LINCOLN: Gerry Damiano era un tío divertido. No creo ni que le gustara hacer porno. Pero una cosa sí hay que reconocerle: sabía escribir buenos guiones. Tenía mucho talento. Hizo El Diablo en la señorita Jones justo después de Garganta profunda. Y sigo pensando que El Diablo en la señorita Jones es probablemente una de las tres mejores películas de la historia del género. Es una película con emoción; es sencillamente magnífica. Estás viendo a una mujer que, debido a su educación, se ha pasado la vida haciendo lo que les decimos a todas las mujeres que deberían hacer: «No hagas esto hasta que encuentres a la persona adecuada». Bueno, ¿y qué pasa si no encuentras a la persona adecuada? Que acabas como la señorita Jones: una solterona. La señorita Jones es una persona solitaria que nunca ha experimentado el goce de tocar a alguien por el que siente auténtico cariño. ¡Incluso aunque sólo lo sientas por una noche! No hay nada igual en el mundo. Y la pobre es tan desgraciada que se suicida. Ves a esta mujer de mediana edad sentada en la bañera que coge una hoja de afeitar y se corta las muñecas. Luego la ves quedarse ahí sentada, mientras la sangre va manchando el agua. Y dices: «Joooooder, tío». Pero como la señorita Jones se suicida, su alma va al infierno. Y el diablo no sabe qué hacer con ella. ¿Cómo castigas a esta persona que nunca ha hecho nada malo, que no tiene ni pecados ni necesidades? Como nunca ha hecho nada, no puede echarlo de menos. ¿Cómo castigas a alguien así? Es como coger a un crío que nunca ha salido a la calle y decirle: «Castigado sin salir».

Georgina Spelvin en los setenta. Visto en su web.

GERARD DAMIANO: Haber visto el sexo de manera humorística a través de Garganta profunda le dio al público americano el ímpetu que necesitaba para ser lo suficientemente adulto como para tomarse su sexualidad en serio. Por eso usé mi nombre real —Garganta profunda la había firmado con el seudónimo Jerry Gerard— y traté El Diablo en la señorita Jones como si fuera una película muy seria, porque a mí me parecía que lo era. No hay duda de que a la señorita Jones le estaban pasando cosas horribles y deprimentes. Cuando se suicida, lo sientes. Sabes que está muriendo por culpa de una existencia solitaria. Hasta El Diablo en la señorita Jones nunca había tenido nada que decirle al público. Si la gente quería entrevistarme por ser director de cine porno, sencillamente no tenía ningún interés en hablar con ellos. Pero si alguien quería hablar conmigo porque dirigía películas, entonces con mucho gusto hablaba con quien fuera. Sencillamente no me apetecía perder el tiempo hablando con un montón de idiotas superficiales. El único motivo por el que la mayoría de mis películas son pornográficas es porque en aquel entonces aquel era el único género en el que podía trabajar un director independiente. Mis películas estaban pensadas para venderse en un mercado específico porque no disponíamos de suficiente dinero como para dirigirnos a ningún otro mercado. Trabajando con un presupuesto limitado —por debajo de los 25.000 dólares— no podías rodar la gran historia de amor norteamericana. Con ese dinero tenías que limitarte al dormitorio y únicamente de vez en cuando tenías la oportunidad de expresar otra emoción al margen del sexo. El Diablo en la señorita Jones surgió básicamente por el mismo motivo que Garganta profunda, pero a la inversa. Con el éxito de Garganta profunda, hasta el último mono y su hermano se lanzaron a hacer películas eróticas, divertidas y tontorronas. Pensé que si eso era lo que estaban haciendo los demás, había llegado el momento de hacer algo completamente diferente.

Con Steve Guttemberg en Loca Academia de Policía. Visto en su web.

GEORGINA SPELVIN: Marc Stevens, Don 26 centímetros, me preguntó: «¿Te apetecería trabajar en una película de Gerry Damiano?». «¿Quién es Gerry Damiano?», le pregunté. No tenía ni idea de que Garganta profunda hubiera sido una película tan importante y rompedora. Así que cuando Marc Stevens me dijo: «Gerry Damiano es el director de Garganta profunda», no me sonaba ni su nombre ni el de la película. Pero entonces Marc dijo: «Está preparando una nueva película y necesita alguien que se encargue del catering». Y yo dije: «¡Genial!». Un par de días más tarde fui a la oficina de Gerry para hablar con él sobre el catering de la película. Damiano me dijo el presupuesto del que disponía y, mientras yo intentaba dejar de reír, uno de sus socios dijo: «Fulanito está aquí para leer el papel del señor Abaca». Gerry se volvió hacia mí y dijo: «Ya que estás aquí, ¿te importaría darle la réplica a este tipo leyendo el papel de la señorita Jones?». De modo que me senté, leí las frases de la señorita Jones y todo el mundo se quedó mirándome con la boca abierta. Supongo que nunca habían oído a nadie con auténtica experiencia dramática leer un papel de película porno. Harry me dijo: «Tienes que hacer el papel. Has estado magnífica». Pero los productores y Gerry dijeron: «Pero tiene el pecho plano y casi cuarenta años. ¡Qué quieres hacernos!». No hará falta que diga que a mí la idea de interpretar un papel protagonista me intrigaba. Mi ego despertó y prácticamente me engulló de un bocado. Me tomé el papel muy en serio y estudié el personaje. Me inventé todos sus antecedentes: quién era, de dónde venía, todo lo que le había sucedido. ¡Estaba haciendo Hedda Gabler, ja, ja, ja! El hecho de que hubiera escenas de sexo duro era puramente incidental, en lo que a mí respectaba. Estaba completamente engañada. Me había hecho creer a mí misma que era actriz. Estaba mostrando la vida tal y como era, incluyendo el sexo real, no la versión falsa y edulcorada que mostraba Hollywood. Aquella fue mi raison d’être durante todo el rodaje. Estaba bien; yo estaba bien; no era una puta.

HARRY REEMS: Muchas cosas salieron mal durante el proceso de realización de El Diablo en la señorita Jones. Perdimos localizaciones. Nos excedimos en días de filmación. Los productores casi se desentendieron de ella a medio hacer. Dos tipos habían invertido 15.000 dólares cada uno para hacer la película. Cuando quedó terminada, uno de ellos, convencido de que iba a ser un fracaso, exigió que alguien comprara su parte. Pero para aquellos de nosotros que capeamos el temporal, fue uno de los rodajes más extraordinarios de nuestras vidas. Era la primera película importante de Georgina e hizo un trabajo dramático realmente excelente.

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martes 29 de septiembre de 2009

Sexo en Varadero


Sharon Mitchell.

Si acabas de llegar hasta aquí atraído por el motor de búsqueda del Google y vanas promesas de noches tórridas en el Caribe en compañía de rotundas jineteras, lamento informarte de que este Varadero no es el real, sino otro virtual y más interesante, ya que así es como se llama el blog de Rubén Lardín, que ha tenido a bien colgar no una sino dos entradas hablando de El otro Hollywood, una historia oral y sin censurar de la industria del cine porno, de Legs McNeil y Jennifer Osborne con Peter Pavia. La más extensa, una reseña publicada originalmente en la revista Kiss Comix, la podéis leer aquí y dice cosas como ésta:

«Efectista y audaz en la narración, inteligentísimo tanto en la historiografía como en el rapto del lector, McNeil y sus colaboradores prestan especial atención a recodos morbosos como la masacre de Wonderland, propiciada por la decadencia de John Holmes, los pormenores de la infiltración de un par de agentes del FBI en una operación encubierta que debía desentrañar conexiones mafiosas, el parricidio de los hermanos Mitchell o el trágico final de Savannah. Historias bien sabidas por cualquier cinéfago pero nunca antes tan bien contadas. […] El otro Hollywood es apéndice y al tiempo hermanastro del Moteros tranquilos, toros salvajes de Peter Biskind, y como aquel es también un tratado de antropología, un zeitgeist cinematográfico bien definido por décadas y el retrato aproximado de un país entusiasta y en pañales como los USA. Se trata, sin duda, del mejor libro de cine de los últimos tiempos amén de un auténtico pasapáginas».

La otra, un texto escrito originalmente para Cinemanía, está centrada en realidad en la figura de Marilyn Chambers y sólo menciona el libro de pasada, pero igualmente se lee que da gusto, como todo lo que escribe Lardín, así que también os la dejo aquí. ¡Gracias, Rubén!

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martes 15 de septiembre de 2009

El sexo de Kane

Una de las ilusiones de algunos de los practicantes tempranos de este cine, gente como Damiano o Harry Reems, era que el pornográfico se convirtiese en un género con la misma dignidad que cualquier otro, que fuese aceptado como lo eran el melodrama o el musical y que en producciones del Hollywood convencional llegasen a verse escenas de sexo explícito igual que se ven bailes o escenas violentas.
Como sabemos, esto nunca sucedió. Hollywood llegó a defender al cine pornográfico ante los varios ataques legales que recibió, pero no aceptó las nuevas imágenes y sus posibilidades. Es en esa «traición» del cine convencional a aquel otro que conquistó una parcela de lo visible hasta entonces prohibida donde puede cifrarse en verdad el nacimiento de un «otro Hollywood», de una producción cinematográfica volcada exclusivamente en la satisfacción del deseo de ver ciertas imágenes por parte de un público entregado, una industria con sus propios equipos técnicos, sus propias distribuidoras, su propio star system.

El otro Hollywood reseñado por Rubén García López en Kane 3.
Sigue leyendo aquí.

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martes 8 de septiembre de 2009

Sexo público

«Los primeros actores y actrices llevaban vidas bastante pornográficas, todos se tiraban a todos. Hacerlo con una cámara no era para tanto y estaban contentos por cobrar 100 dólares al día», bromea Legs McNeil sobre los años de experimentación vital y sexual que acompañaron a la explosión del género. Como hippies se retratan a sí mismas en el libro Nina Hartley, Marilyn Chambers, la todoterreno Georgina Spelvin y el semental pionero Eric Edwards. Dos décadas después, los malogrados hermanos Mitchell, directores de otro de los primeros clásicos, Detrás de la puerta verde (1972), todavía prestaban su propio teatro a actos contra la guerra del Golfo. El otro Hollywood muestra a esta gente yendo de fiesta con representantes de la mafia que, en efecto, controló el negocio hasta la llegada de las grandes compañías en los noventa. Para McNeil, esto sólo es otra muestra de la ambivalencia humana. «Por eso prefiero que el lector juzgue por sí mismo, que se haga la pregunta de hasta dónde sería capaz de llegar en esas circunstancias». Preguntado por cuáles eran sus objetivos cuando empezó a definir el proyecto, McNeil habla de su necesidad de sacar a la luz una historia nunca contada.

Entrevista de Diego Sanz Paratcha con Legs McNeil, coautor de El otro Hollywood, una historia oral y sin censurar de la industria del cine porno, ayer en el diario Público.
Pincha aquí para ver un PDF con la entrevista completa.

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sábado 22 de agosto de 2009

Sexo ausente

Foto de Seka con dedicatoria para «Pat Salamone». Pincha sobre la imagen para verla entera.

Esta última semana, el siempre interesante Blog Ausente ha dedicado varias entradas a El otro Hollywood, una historia oral y sin censurar de la industria del cine porno. De las diversas cosas que comenta, me quedo sin lugar a dudas con esta:
«Lo mejor, además de la agilidad de lectura que procura Legs McNeil (que hace que un libro de 600 y pico páginas se consuma casi como un bolsilibro), es la perspectiva mayormente amoral que aporta. Todo narrador toma partido y nunca es imparcial, y así es también en su labor de montador de un rompecabezas de entrevistas, pero McNeil consigue que sean los protagonistas quienes narren historias a menudo trágicas (en un submundo que si bien se distingue por su capacidad de picar carne, no lo hace más que el Hollywood que le sirve de reverso en el título) pero también de amores imposibles y de personas que exploran su sexualidad exhibicionista con alegría y se muestran orgullosas de su profesión, sin excluir una emoción aparentemente tan distante como podría ser la ternura».

Podéis leer los demás comentarios aparecidos en El blog Ausente pinchando aquí, aquí y aquí. También hace unos días aparecía esta breve reseña en el blog Sexorama, de Sandra Uve.
Y aprovecho de paso para colgar la entrevista con Legs McNeil aparecida en el suplemento Neo del diario Levante a primeros de mes, realizada por Eduardo Guillot. Es la misma que ya publiqué aquí pero más extensa.
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miércoles 8 de julio de 2009

El reverso de la historia

Hoy, por gentileza de Eduardo Guillot, tenemos en Cultura Impopular una entrevista con Legs McNeil, coautor de El otro Hollywood y de Por favor mátame, la historia oral del punk. La entrevista aparece publicada este mes en el número de 275 de la revista Rockdelux y Eduardo nos la ha cedido generosamente para que podáis leerla también aquí.


Legs McNeil. Foto: Zoozoom.

LEGS MCNEIL: FIJACIÓN ORAL
Toda historia oficial tiene su reverso. O, al menos, su paralela versión secreta. Al mismo tiempo que en el cine norteamericano se operaba la revolución estética e ideológica que Peter Biskind se ha encargado de relatar en Moteros tranquilos, toros salvajes, surgía una nueva industria cinematográfica, la del porno. “Me di cuenta de que la historia del género era realmente interesante, y que nadie se había introducido seriamente en el tema”, comenta vía telefónica Legs McNeil para explicar la génesis de El otro Hollywood. Una historia oral y sin censurar de la industria del cine porno (Es Pop Ediciones, 2008), un libro escrito en colaboración con Jennifer Osborne y Peter Pavia que se adentra en los entresijos del cine para adultos hilvanando su historia a través de las declaraciones de sus protagonistas directos: mayoritariamente, actores y directores, pero también agentes de la ley y miembros del crimen organizado. “Todo el mundo colaboró sin problemas, desde la gente de la mafia hasta los agentes del FBI. Eso sí, muchos no quisieron hablar con nosotros hasta que supieron cuánto sabíamos ya. Entonces aceptaban sin problemas. Tenían claro que no les iban a hacer las mismas preguntas de siempre sobre la industria del porno. Fue divertido ir de unos a otros comprobando los hechos”.
Como en toda historia oral, McNeil y sus colaboradores se limitan a ordenar la ingente cantidad de material resultante de los centenares de entrevistas realizadas, poniendo al descubierto contradicciones y versiones dobles, pero sin intervenir de manera directa, aunque el autor tiene una opinión muy clara sobre el porno. “Como en cualquier otra disciplina, sean artículos de prensa, shows de televisión o bandas de rock and roll, el 99% es basura, pero hay un 1% que realmente vale la pena. Si lo sitúas en el contexto actual, en que todo es bastante cutre, no creo que sea diferente de cualquier manifestación artística. Todo se hace por dinero y sólo unos pocos, como John Stagliano o Rocco Siffredi, han convertido el porno en una forma de arte”.


Legs McNeil, Peter Pavia y Jennifer Osborne. Foto: Justin Makler.

McNeil abordó la tarea que supone confeccionar un libro como El otro Hollywood sabiendo el terreno que pisaba. Años atrás, había utilizado el mismo método en Por favor, mátame: La historia oral del punk (Discos Crudos, 2008), escrito junto a su novia, Gillian McCain. “Fue un trabajo duro y complicado. Cuando lo estaba haciendo, nadie más pensó que fuera una buena idea. Y mucha gente que no tenía ni idea me dijo que era un esfuerzo inútil, porque los punks no leen. Quince años después de su publicación, el libro sigue vendiéndose en todo el mundo. Pero bueno, fue lo mismo que me dijeron sobre el porno, y lo hice de todos modos. No tenía que pedir permiso a nadie”.
En ambos casos era la persona idónea para afrontar una tarea de tal magnitud. A mediados de la década de los setenta, en Nueva York, McNeil había sido el fundador, junto al ilustrador John Holmstrom (busquen su firma en las portadas de los discos de Ramones Rocket To Russia y Road To Ruin) de un fanzine denominado Punk, un término que terminaría englobando el movimiento musical surgido en torno a los clubs CBGB y Max’s Kansas City. “Fue una idea estúpida. No había revistas sobre los nuevos grupos porque no le interesaban a nadie. Por aquel entonces, se llamaba punks a los presidiarios que eran sodomizados por otros convictos, y a los grupos no les gustaba el término, porque carecía de atractivo comercial”.
En cuanto a su relación personal con el porno, McNeil figura como guionista de Public Affairs (Tony English, 1998) y Una madura insaciable (Still Insatiable, Veronica Hart, 1999). “Era divertido escribir los guiones. Sólo tenía que poner en el papel mis fantasías para que las hicieran otros. Quien me introdujo en ese mundo fue Jane Hamilton, que solía actuar en los años setenta y primeros ochenta bajo el seudónimo de Veronica Hart. Yo no quería abordar el porno como periodista, sino como uno más del gremio, porque sabía que todo el mundo estaba harto de los tipos que se dedican a husmear para hablar de sus aspectos más sórdidos. Eso no me interesaba”.


Joey Ramone y un joven Legs McNeil. Foto: Tom Hearn.

También existía un proyecto para llevar al cine Por favor, mátame, que habría dirigido Mary Harron (I Shot Andy Warhol, American Psycho), quien también vivió en primera persona los turbulentos años de esplendor de la escena rock del Bowery. “Se canceló. Nunca llegamos a ver el contrato. Que les jodan. Es un asunto desagradable. No volveré a escribir un guión para la gran industria en toda mi vida”.
Cuando mira hacia atrás, Legs McNeil no siente nostalgia. “Añoro a los amigos que han muerto, que son la mayoría, pero no echo de menos aquella época, porque entonces estábamos todos en la ruina, nadie tenía un duro. Era todo muy cutre, vivíamos como vagabundos, aunque ahora parece que fuéramos creadores de tendencias. Lástima que tanta gente ya no esté entre nosotros. Cuando me puse a trabajar en El otro Hollywood, mi editor me dijo que no sería un best-seller, pero que nunca dejaría de venderse. Y creo que tenía razón. Acaba de morir Marilyn Chambers, y mucha otra gente que aparece en el libro también ha fallecido, así que, en mi opinión, cada vez es un texto más valioso. Pasa lo mismo con el rock, y esa es la parte triste de hacer este tipo de libros: he visto morir a mucha gente de la escena punk y del mundo del porno de los setenta a los que consideraba mis amigos”.
Eduardo Guillot


Marilyn Chambers.

Y ADEMÁS, EN EL QUIOSCO…
Este mes, entrevista también con Mick Mars en el número 429 de Popular 1. Emilio R. Cascajosa define El otro Hollywood como «el tocho con el que el señor Legs McNeil cumplió su objetivo de dar voz a la industria del cine X con una concienzuda maniobra de periodismo activo; un estuario de casi setecientas páginas donde desembocan ríos de flujos corporales, drogas y sueños truncados» en su reseña para Ruta 66. Y en el último Mondo Sonoro, Joan S. Luna resume Los trapos sucios de la siguiente manera: «Si aún existe quien considera a las bandas de sleazy angelino de los ochenta una panda de maricas, está claro que es porque nunca se ha atrevido a leer Los trapos sucios, sin duda uno de los libros indispensables para adentrarse en un auténtico universo de «sexo, drogas y rock’n’roll». De todo, encontrarán aquí, en grandes cantidades y bien revuelto, resumiendo un estilo de vida realmente salvaje». Más al grano, imposible.

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martes 16 de junio de 2009

Raise Your Hands To Rock

El próximo sábado 20 de junio, en el marco del festival Kobetasonik de Bilbao, Mötley Crüe presentará en directo, por primera y única vez en España, su último disco: Saints of Los Angeles, basado en las vivencias recogidas en su libro Los trapos sucios, del que esta misma semana ponemos a la venta la segunda edición, coincidiendo con el evento.

Además de en los puntos de venta habituales (FNAC, Casa del Libro, librerías recomendadas) y, como siempre, a través de la web de Es Pop, este fin de semana podrás comprar también tu ejemplar de Los trapos sucios en el stand de merchandising oficial del Kobetasonik y en el stand de la organización en el Día de la Música de Madrid (21 de junio, Matadero de Madrid). Mientras tanto, siguen llegando las reseñas:

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martes 9 de junio de 2009

El otro Hollywood en Dirigido

El escritor Hunter S. Thompson flanqueado por los hermanos Mitchell, productores de cine porno y directores de la seminal Tras la puerta verde.

Este mes ha aparecido publicada en la revista Dirigido una excelente crítica de El otro Hollywood. La transcribo aquí no sólo por lo sumamente elogiosa, sino sobre todo porque hace hincapié en dos elementos que me parecen fundamentales y que hasta ahora no había visto comentados por ningún reseñista. Uno, la enorme dificultad técnica y el esfuerzo descomunal que implica realizar un libro de estas características. Dos, que a través del retrato de una pequeña comunidad los autores han acabado haciendo una excelente radiografía de toda una cultura y una época.

El otro Hollywood. Una historia oral y sin censurar de la industria del cine porno
Sin duda alguna, estamos ante uno de los mejores libros de cine publicados en nuestro país en mucho tiempo. No sólo porque El otro Hollywood sea un clásico desde su aparición en Estados Unidos en 2005, sino por el rigor, interés y profundidad con que trata el nacimiento y declive -cualitativamente hablando- del cine porno norteamericano (1950-1995). Un espacio cinematográfico, huelga decirlo, frecuentado en demasía por fetichistas, onanistas y freaks de todo pelaje y condición, que emborronan páginas de libros y fanzines sin verdaderos conocimientos fílmicos sobre el tema, carentes de una perspectiva artística, psicológica, ética, lúdica, de la pornografía como forma válida de cine.
El principal mérito de El otro Hollywood radica en que sus autores, Legs McNeil & Jennifer Osborne (y Peter Pavia), han cedido todo el protagonismo a aquellos hombres y mujeres que hicieron posible la industria del cine pornográfico USA. Este es un texto compuesto, como si de un inmenso puzzle se tratara, de cientos de declaraciones breves, ordenadas cronológica y casi dramáticamente, sobre las vivencias, sentimientos y reflexiones de actrices, actores, productores, directores, mánagers, policías, periodistas, pornógrafos, espectadores, críticos, historiadores y políticos, declaraciones a veces apostilladas por recortes de prensa, informes policiales o los datos de una autopsia (¡). Sexo (of course), dinero, drogas, belleza, gama, violencia, Mafia, sida, crimen, traición, libertad y represión son los temas que articulan el testimonio de personajes como Linda Lovelace, Chuck Traynor, Harry Reems, Marilyn Chambers, Ron Jeremy, Ginger Lynn, Tom Byron, Sharon Mitchell, Tim Connelly o Traci Lords, entre muchos otros, quienes en ningún instante disfrazan sus puntos de vista sobre la industria y sus integrantes, sus simpatías y odios.
Trabajar con fuentes orales no es nada fácil, entre otros motivos porque su utilización supone un enorme trabajo previo de investigación, al compararlos con otras fuentes escritas, y más tarde, un colosal esfuerzo de estructuración, sin olvidar el problema que plantean la confiabilidad y la representatividad de los testimonios orales, relacionados con el concepto de la saturación retórica. En este sentido, Legs McNeil & Jennifer Osborne (y Peter Pavia), con su método ensayístico-discursivo, han conseguido realzar la importancia de un testimonio oral, el cual reposa en su no correspondencia con los hechos establecidos, sino más bien en su discrepancia con los mismos, resaltando el modo en que los actos y los modelos de conducta son experimentados y retenidos en la memoria. En este sentido, son historias que sirven para definir comunidades e individuos y los contextos donde adquieren significado.
Excelentemente editado y traducido (por Óscar Palmer Yáñez) El otro Hollywood se erige como un testimonio dinámico, veraz y tremendamente revelador de toda una época, de toda una visión del cine, de toda una industria, vacío de tonos moralizadores y/o pseudocientíficos, eruditos y/o exaltados. Porque, como prueba el libro de McNeil & Osborne (y Pavia), el cine pornográfico también es cine y, mal que le pese a muchos -eso queda bien claro en sus páginas-, ha contribuido a modificar, para bien y para mal, los hábitos sexuales del mundo occidental, más allá de clichés y leyendas negras.
Antonio José Navarro – Dirigido nº 390 (junio 2009)
Pincha aquí para ver la reseña tal y como ha aparecido en la revista.

Izquierda: Ron Jeremy. Derecha: Savannah.

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martes 26 de mayo de 2009

Doblemente imprescindible

Siguen llegando poco a poco las reseñas de El otro Hollywood. Estas dos que subo hoy han aparecido recientemente en las revistas Freek y Go, y ambas coinciden en calificar el libro de Legs McNeil y Jennifer Osborne con el mismo adjetivo: imprescindible. Y está mal que lo diga yo, pero… estoy de acuerdo. Ya sé que me pongo un poco pesado repitiéndolo una y otra vez, pero es que me da la impresión de que todavía hay muchos lectores que no acaban de animarse a acercarse a él únicamente por la temática, cuando el libro habla de muchas otras cosas al margen de lo estrictamente pornográfico, como el precio de la fama, la corrupción institucional, la evolución de la contracultura estadounidense, los intríngulis de la mafia y el FBI, y… bueno, no sigo, que ya me estoy repitiendo otra vez. Aquí están las reseñas:

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Roll me over and set me free, the cowboy’s life is the life for me.
«Cowboy Song». Thin Lizzy
Popsy