Cultura Impopular

El blog de Espop Ediciones

lunes 18 de mayo de 2020

Vientos de cambio


Este fin de semana me he escuchado del tirón «Wind of Change», un podcast de Patrick Radden Keefe, reportero del New Yorker y autor de varios libros de no-ficción muy bien considerados (entre los que destaca Say Nothing: A True Story of Murder and Memory in Northern Ireland). Se trata básicamente de un largo reportaje en formato radiofónico dividido en ocho entregas y la premisa es fantástica: investigar si el éxito homónimo de los Scorpions, pieza fundamental en la banda sonora de la caída del muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética, fue escrito o instigado por la CIA como arma cultural en la Guerra Fría. De acuerdo: el punto de partida huele un poco a clickbait y no hace falta tener mucha intuición para saber cómo terminará la cosa (a pesar de todo, la «confrontación» final con Klaus Meine, el cantante de la banda, es lo suficientemente satisfactoria), pero lo importante, como suele decirse, es el viaje… y en este caso se trata de un viaje fascinante.

Los Scorpions en Moscú en 1989. Foto: Mark Weiss.

Según cuenta el propio Radden Keefe en esta entrevista con Entertainment Weekly, «todo esto empezó para mí en 2011, cuando recibí un correo de un amigo mío. Se trata de un tío que conoce a cantidad de espías, en activo y retirados. Acababa de cenar con un exagente de la CIA que le había contado que la canción «Wind of Change» había sido escrita por la Compañía. Normalmente, como periodista, suelo recibir soplos que a menudo parecen demasiado buenos como para ser ciertos. Investigas un poco, rastreas los antecedentes y enseguida empiezas a pensar: «Probablemente no sea cierto. Es demasiado bueno». Lo extraño en este caso fue que, cuanto más indagaba en el asunto, más plausible iba pareciendo. Por otra parte, combinaba dos de mis pasiones. Crecí enamorado de la música, siempre ha tenido mucha importancia para mí. Y también me encantaban las historias de espías, crecí leyendo a John Le Carré y viendo películas de James Bond. Y lo realmente interesante de esta historia es que no trata sólo de los Scorpions, sino que me puso tras la pista de la relación entre el espionaje y la música durante la Guerra Fría. Algo que, para mí, resultaba irresistible».

Uno de los principales reclamos del podcast es precisamente cómo indaga y profundiza en distintas «intervenciones culturales» de la CIA durante los años de la Guerra Fría. Algunos de los ejemplos son bien conocidos, como su respaldo indirecto del Expresionismo Abstracto frente al Realismo Socialista o el papel jugado por la agencia en la impresión y distribución de Doctor Zhivago en la Unión Soviética. Otros han resultado completamente nuevos para mí e incluyen una visita a la URSS de la Nitty Gritty Dirt Band y el patrocinio encubierto de giras de Louis Armstrong y Nina Simone por países africanos con la intención de ofrecer una imagen positiva de Estados Unidos o directamente como maniobra de diversión; en el caso de Armstrong, su actuación de noviembre de 1960 en Élisabethville, capital de la provincia de Katanga (enzarzada en aquel momento en una guerra de secesión con el Congo), fue la excusa que permitió a varios agentes del Departamento de Estado y de la CIA destacados en Leopoldville organizar un encuentro clandestino con los enemigos del primer ministro congoleño Patrice Lumumba, el cual resultaría depuesto y ejecutado escasas semanas más tarde. Y si lo de utilizar la cultura popular como maniobra de diversión durante operaciones de intervención en el extranjero suena un poco fantasioso, no está de más recordar la Operación Argo, desclasificada por Bill Clinton en 1997 y base de la película del mismo nombre.

Vince Neil en Moscú en 1989. Foto: Mark Weiss.

Para los lectores habituales de Es Pop, resultarán de particular interés los episodios 5 y 6, centrados en el Moscow Music Peace Festival de 1989 y en la carrera como traficante y posible colaborador de la CIA de su organizador: Doc McGhee, manager de Mötley Crüe, Bon Jovi, Skid Row, Scorpions y, actualmente, de KISS. Fue precisamente en el Moscow Music Peace Festival donde Klaus Meine, el cantante del grupo alemán, decía haber encontrado la inspiración para componer «Wind of Change». Pero, ¿cómo llegó a celebrarse tal festival? Según recordaba Tommy Lee en Los trapos sucios: «Antes de conocernos, Doc llevaba una vida secreta que le reventó en los morros cuando fue detenido por ayudar a introducir dieciocho mil putos kilos de marihuana colombiana en Carolina del Norte. No fue lo único en que le trincaron, ya que también fue acusado de asociación con unos locos bien situados que habían conspirado para introducir un cuarto de tonelada de coca y maría en Estados Unidos a primeros de los ochenta. De modo que mientras nosotros pasábamos por rehabilitación, la Justicia golpeó a Doc con una multa de quince mil dólares y una sentencia de cinco años en libertad condicional, a la vez que le obligaron a formar una asociación en contra de la droga, la Fundación Make a Difference, después de que se declarara culpable en el caso de Carolina del Norte. Doc sabía que cualquier otro habría pasado probablemente diez años en la cárcel por aquella mierda, así que tenía que hacer algo relevante y llamativo para demostrarle al tribunal que le estaba haciendo un servicio al mundo como hombre libre. Y su gran idea fue conmemorar el vigésimo aniversario de Woodstock con el festival Música por la Paz de Moscú, un espectáculo gigantesco de sobriedad y amor internacional en el que intervendríamos nosotros, Ozzy, los Scorpions y Bon Jovi. Se suponía que todo el dinero iba a ir a sociedades benéficas antidroga y antialcoholismo, incluida la fundación Make a Difference».

Doc McGhee con Jon Bon Jovi en 1989. Foto: Mark Weiss.

Uno de los momentos más memorables del podcast es la investigación que lleva a cabo Radden Keefe para profundizar en los orígenes del festival, planteando varios interrogantes a cada cual más sugestivo. ¿Cómo es posible que Doc McGhee fuese, de entre todas las personas condenadas en la que resultó ser la mayor incautación de marihuana realizada en la historia de Estados Unidos, la única que se libró de la cárcel? ¿Cómo puede ser que un socio reconocido de Steven Kalish, el narcotraficante que solía prestar su jet privado al dictador y colaborador de la CIA Manuel Noriega para que volara a Washington DC para entrevistarse con Oliver North, saliera directamente con la condicional a cambio de montar un megaconcierto? ¿De verdad podría haber tenido la CIA el menor interés en facilitar la celebración de un festival jevi en Moscú? No todas estas preguntas obtienen respuesta definitiva en «Wind of Change», pero la investigación en sí resulta lo suficientemente satisfactoria como para mantener el interés del oyente. Y tampoco quiero desvelar más sorpresas que puedan menguar el disfrute de su escucha. Mejor terminar con unas palabras del propio Keefe, comentando la experiencia de ver tocar en directo a los Scorpions en Ucrania: «Lo más impresionante para mí fue ver a los fans. Creo que antes de realizar aquel viaje había pensado en «Wind of Change» como en una canción pegadiza con una historia muy específica, pero no había experimentado de primera mano la pasión que siente el público, particularmente el público que vivió en la antigua Unión Soviética, por esa canción, ni el papel desmesurado que juega en sus vidas. Para mí, ver eso, y participar de esa especie de comunión, fue algo mágico». Y es que, al fin y al cabo, quizá lo importante aquí sea que algunas canciones acaban cobrando una vida propia difícil de controlar, al margen de quién las haya escrito.

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jueves 21 de febrero de 2019

Un año de película

Fotograma de The Dirt.

Si alguien me hubiera preguntado cuando decidí lanzar una editorial qué tipo de acontecimientos predecía para el futuro, el hecho de ver estrenadas en un mismo año dos películas basadas en sendas obras de no ficción publicadas en España por Es Pop habría sido la última cosa que podría haber imaginado. Pero eso precisamente es lo que va a ocurrir este 2019, con la llegada de las adaptaciones fílmicas de Los trapos sucios y Señores del caos. ¿Qué está pasando aquí? ¿Hemos sido absorbidos por el mainstream? El caso de The Dirt, que estrenará Netflix el próximo 22 de marzo, es quizá más comprensible, en tanto que culminación de un proceso de reivindicación emocional del lado más sleazy de los años ochenta que dio comienzo, en gran parte, con la publicación del libro. Como bien recordaba Chuck Klosterman en su introducción para nuestra edición más reciente del mismo, «Los trapos sucios no sólo cambió el legado de Mötley Crüe, sino que probablemente es el libro que más impacto ha tenido en el modo en el que ahora recordamos el metal de los ochenta. Escribí Fargo Rock City entre 1998 y 1999 y me resulta difícil describirle a la gente lo impopular que era el hair metal a finales de aquella década. […] Pero entonces salió Los trapos sucios y todo cambió. De repente, la gente se empezó a emocionar de verdad recordando aquel periodo musical. Mötley Crüe fue el grupo metalero más importante de los ochenta y creo que, en determinados aspectos, vuelve a serlo ahora».

Fotograma de Lords of Chaos.

Bastante más sorprendente resulta la adaptación a la gran pantalla de un título como Señores del caos, mucho más periodístico, discursivo y complicado de destilar en una narración al uso. Si existe tal adaptación es gracias al empeño y la constancia de su director, Jonas Åkerlund, célebre realizador de vídeos musicales para todo tipo de artistas (desde Madonna hasta Metallica) y, no menos pertinente en este caso, primer batería del influyente grupo sueco Bathory. Åkerlund llevaba casi dos décadas fantaseando con la posibilidad de contar la historia de Mayhem: «Simplemente no podía dejar de pensar en ella y, con el paso de los años, me fui dando cuenta de que no era ni mucho menos el único, que había gente de todo el mundo fascinada con esta historia, obsesionada por ella y que sentía un vínculo sentimental con ella. Incluso chavales que en aquel momento ni siquiera habían nacido. Y eso fue más o menos lo que me llevó a decidirme en serio a rodarla». Dos libros, dos películas… y dos enfoques completamente distintos a juzgar por sus tráileres.

The Dirt / Los trapos sucios
Dirigida por Jeff Tremaine (Jackass: The Movie). Protagonizada por Iwan Rheon (Mick), Douglas Booth (Nikki), Machine Gun Kelly (Tommy) y Daniel Webber (Vince).
En mi cabeza siempre quedará la duda de lo que podría haber hecho con una historia como ésta Larry Charles, director de Borat y numerosos episodios de Larry David. Charles estuvo durante años asociado al proyecto y, según declaraciones propias, llegó a reescribir una versión del guión para asegurarse de que el espíritu del libro se mantenía intacto. A pesar de no ser ni mucho menos fan de la banda, Charles consideraba Los trapos sucios un libro «verdaderamente épico y fascinante. Y lo que tiene de bueno es que pinta un retrato realmente inmisericorde. [Los Mötley] dejaron a su paso muertos, heridos, tullidos, hicieron toda clase de locuras. Yo quería mostrar todo eso tal cual y creo que a la hora de la verdad hubo cierta reticencia». Ya sólo con ver el tráiler y la manera en que adopta en apenas dos minutos el típico arco de los biopics más tradicionales, resulta fácil adivinar por dónde debieron de ir las diferencias creativas que en última instancia condujeron a la salida de Charles del proyecto. Nunca sabremos si el filme resultante habría sido mejor o peor, pero lo que sí parece probable es que al menos habría ofrecido algo distinto.

Lords of Chaos / Señores del caos
Dirigida por Jonas Åkerlund (Polar). Protagonizada por Rory Culkin (Euronymous), Emory Cohen (Varg), Jack Kilmer (Dead) y Anthony De La Torre (Hellhammer).
Aunque presentada el año pasado en el circuito de festivales (pudo verse, por ejemplo, en Sundance y Sitges), será en este 2019 cuando llegue a las salas de cine comerciales y plataformas digitales esta propuesta claramente empeñada en seguir un camino opuesto al de The Dirt. Tan opuesto que probablemente irritará a ciertos fans deseosos de un enfoque más oscuro y mitificador, pero para su director ésa era precisamente la senda a evitar: «Había visto numerosos documentales y leído otros libros en los que continuamente se recalcaba la oscuridad, los incendios, el maquillaje cadavérico… Y me pareció que quizás había otra manera de contar esta historia, una que les recordase a los espectadores que estamos hablando de chavales muy jóvenes y que su historia no deja de ser bastante triste. Vamos, que me pareció que había otra perspectiva que aún no se había contado. […] Eran unos críos. Habían gozado de una buena educación, buenos padres, no eran pobres, no hubo drogas de por medio. Lo tenían todo y simplemente la cagaron a base de bien. En realidad, es una historia que ya hemos visto contadas otras veces y que sigue sucediendo a diario en todo el mundo. Una historia de críos haciendo estupideces».

Fotograma de Lords of Chaos.

Como remate a este cúmulo de casualidades que ha acabado desembocando en que dos de nuestros libros lleguen a la pantalla prácticamente al mismo tiempo, no puedo dejar de compartir el siguiente comentario de Jonas Åkerlund, extraído de una entrevista realizada por Vince Mancini para Uproxx, que he encontrado mientras preparaba esta entrada. No sólo tiene su gracia como anécdota que sirve para vincular ambas películas, sino que quizá pueda explicar también la diferencia fundamental del espíritu que las anima. La respuesta de Åkerlund es en referencia a una secuencia en la que Euronymous se burla de uno de los parches que lleva Varg Vikernes en su chaqueta: «No le he contado esto a nadie, pero en un principio lo que iba a aparecer en el plano era un parche del Dr. Feelgood de Mötley Crüe, pero uno de mis productores dijo: «Tendrás que solicitar una autorización. Se trata de un primer plano, necesitas una autorización». Y Nikki Sixx se negó. Literalmente nos dijo que «Ni hablar». Le enviamos la escena para que la viera e intenté explicarle: «Vamos, tío, no pretendemos burlarnos de vosotros. Se trata de demostrar que estos chavales eran unos sobrados y que no les gustaba prácticamente nada, particularmente el glam rock americano». Pero se negó a aceptarlo. A Nikki Sixx le preocupaba ver dañada su marca. Así que nos dijo que no. Por eso, en sustitución, pusimos un parche de Scorpions, lo cual, en realidad, no es históricamente correcto, porque los Scorpions en aquel momento no estaban considerados cutres. Si te iba el metal, los Scorpions molaban. Me sentí un poco mal. Realmente tendría que haber sido un parche de Mötley Crüe o de alguna otra banda estadounidense del momento. Ése habría sido el verdadero contraste. El black metal noruego y el glam rock de Sunset Strip. No podrían estar más lejos el uno del otro». Salvo en tu estantería —añadiría yo—, donde puedes tenerlos perfectamente juntitos.

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jueves 20 de octubre de 2011

Los trapos rústicos


Otra novedad para el mes de noviembre. Acompañando el lanzamiento de Fargo Rock City, de Chuck Klosterman, vamos a reeditar el que probablemente sea nuestro título más emblemático: Los trapos sucios, la autobiografía de Mötley Crüe, por primera vez en rústica. Una cosa que me gustaría dejar clara es que se trata de una edición completamente nueva de verdad. Quiero decir, que no nos hemos limitado a reducir en un tanto por ciento la maqueta del original para encajarla con calzador en un formato más reducido, como suele ser habitual en nuestro mercado. El libro ha sido completamente remaquetado de principio a fin y ha quedado un volumen de 496 páginas bien compacto. También se han modificado algunos elementos visuales, principalmente las fuentes y alguna de las fotos, pero básicamente es el mismo libro, sólo que ligeramente «tuneado» para un tamaño algo inferior. Si queréis echarle un vistazo a la nueva maqueta, al final de la entrada encontraréis un vínculo para descargar un par de capítulos en PDF.

Otra cosa que hemos cambiado es la portada. Quería que esta nueva edición estuviera vinculada temáticamente a la anterior, pero que a su vez tuviera su propia estética. Empecé haciendo un par de pruebas con una imagen que tenía de una botella de Jack Daniel’s, tomada durante la sesión de fotos que hicimos hace un par de años cuando estábamos preparando la portada original. La foto no era la adecuada, pero al menos sirvió para que me hiciese una primera idea de hacia dónde tirar.

Repetí el proceso imprimiendo y pegándole a otra botella la etiqueta falsa de Los trapos sucios que habíamos creado en su día y volví a fotografiarla, controlando un poco mejor la iluminación. A partir de esa imagen y basándome principalmente en el color cálido y terroso del whisky, decidí el esquema de colores que quería usar, apartándome de los lomos negros que habíamos estado utilizando hasta ahora para las biografías musicales. Finalmente, para alejar aún más la nueva portada de la original, opté por eliminar por completo la etiqueta, sustituyéndola por una versión más al grano del texto  y usando para el título la misma fuente que hemos utilizado en los interiores para los encabezados de cada capítulo. El resultado final es este:

Características:
Rústica. 496 pags.
14 x 21,5 cm.
PVP: 19’95 €
ISBN: 978-84-936864-5-1

PINCHA AQUÍ PARA DESCARGARTE UN ADELANTO EN PDF

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lunes 13 de junio de 2011

Biografías a calzón quitado

Anteayer apareció en El País un artículo de Diego Manrique titulado Por qué fascinan las vidas de los canallas, en el que daba un repaso al género de las autobiografías de roqueros y en el que intervengo con un par de declaraciones. La minientrevista que me hizo Diego para preparar su artículo me hizo volver a reflexionar en voz alta (algo que nunca está de más) sobre algunos aspectos del tipo de libros que editamos en Es Pop, y por eso la recupero aquí hoy en su totalidad (prometo no volver a colgar otra entrevista conmigo mismo en muuucho tiempo, que esto ya parece un egotrip continuo).

Charles Mingus, un jazzman con autobiografía intensa (Menos que un perro,
editada hace algunos años por Mondadori).

Se me ocurre que somos mirones de los excesos y de lo ocurrido con las estrellas sacamos (A) lecciones morales o (B) placeres vicarios. ¿Cuál es tu interpretación? ¿Deseamos que los rockeros tengan existencias más al límite que, no sé, los jazzmen o los actores o los banqueros?

Supongo que es la típica atracción que ha generado siempre la figura del forajido, pero adaptada a la cultura del gran espectáculo, ¿no? Por una parte tiene ese elemento de vivir vicariamente una existencia completamente desmadrada al margen de horarios laborales, novias formales y vagones de metro atiborrados. Desde ese punto de vista podrían considerarse puro escapismo, como Conan con guitarras. Por otra, creo que ese regodearse en el lado oscuro del rock tiene también cierto valor reconfortante para gran parte de los lectores: sabemos que nunca vamos a acceder a ese mundo y envidiamos a quien lo logra, pero… oye, si resulta que el precio a pagar son adicciones, muertes, puñaladas traperas, ataques de locura y escarnio universal, a lo mejor con verlo de lejos ya nos basta. A mí personalmente lo que me fascina, y el motivo de que edite este tipo de libros, es que se trata de historias de individuos dispuestos a vivir la vida a su manera, a través de su arte, al margen de las convenciones y las consecuencias. En ese sentido, veo muchos puntos de contacto entre, por ejemplo, las autobiografías de Charles Mingus y Mötley Crüe, y a su vez entre estas y la biografía de Philip K. Dick escrita por Emmanuel Carrère o la que editamos nosotros de Charles Schulz, por poner dos ejemplos totalmente ajenos a la música.

¿Echas algo de menos en esos libros? Quiero decir: ¿te los crees o piensas que son productos hechos mediante un patrón? El Modelo Neil Strauss, para entendernos.

Hay muchos que indudablemente sí, siguen un patrón, y no pasan de ser eso: productos realizados con un mínimo de profesionalidad, pero escaso interés literario al margen de lo mucho o lo poco que te interese el personaje. Precisamente uno de los aspectos más fatigosos de la edición es tener que leer incontables manuscritos clónicos en busca de aquel que realmente digas: «Oh, por fin algo distinto, personal, genuino; este sí que merece la pena». Nada que, por otra parte, no suceda en otros géneros, todos tienen sus fórmulas: el negro, la ciencia ficción, la novela romántica e incluso la mal llamada «novela literaria», que aunque pretenda estar por encima de los géneros ha acabado siendo un género en sí misma, precisamente a base de repetir esquemas y modelos narrativos. En cualquier caso siempre hay gente capaz de jugar con los clichés y romper patrones, y ese es el tipo de libros que nos interesa a nosotros. Yo creo que el propio Neil Strauss rompió muchos esquemas con Los trapos sucios, combinando la biografía tradicional con la historia oral a lo Legs McNeil, lo cual le aporta al libro una vitalidad, un empuje y una técnica literaria de las que carecen la gran mayoría de biografías, ya no sólo de roqueros sino de cualquier tipo.

Philip K. Dick no era roquero, pero gustosamente hubiéramos editado su biografía
(si no lo hubiera hecho ya Martínez Roca. Y es estupenda, por cierto).

En EEUU parece haber un boom de este tipo de libros. En España ¿se venden mejor que otros tomos de música? ¿Tienes cifras?

No dispongo de otras cifras al margen de las de Es Pop, así que sólo puedo decir que, en lo que a nosotros respecta, es lo que mejor estamos vendiendo: más que los libros de cine, más que la narrativa. En cualquier caso, no creo que se trate tanto de un éxito generalizado de la biografía roquera como de un puñado de libros en concreto que están funcionando bastante bien y casualmente han coincidido en el tiempo. Si te pasas por una gran superficie tipo Fnac verás que en realidad son pocos los títulos que llegan a gozar de una exposición continuada en la mesa de novedades (la biografía de Elvis de Peter Guralnick, el Vida de Keith Richards, el Cosas que los nietos deberían saber de Mark Oliver Everett, Los trapos sucios, etc.) mientras que la gran mayoría siguen pasando bastante desapercibidos.

Creo que fuisteis pioneros en estos libros. ¿Vais a sacar más?

Más que nada creo que fuimos pioneros en editarlos de una manera muy determinada, en un formato y con una serie de características (tapa dura, sobrecubiertas, lomo de tela) muy poco vistas en nuestro país para libros de este tipo. La idea que queríamos transmitir era: sí, es la biografía de un grupo metalero de los ochenta, pero no por eso deja de ser un señor libro, que merece la pena ser leído y merece la pena ser editado de la mejor manera posible, porque no es, retomando la pregunta anterior, un mero producto; va más allá. Y sí, sí que tenemos pensado sacar más biografías de este tipo. No muchísimas más, porque como te decía antes, tampoco abundan los títulos que realmente mantengan el nivel, pero al menos un par más sí que caerán.

¿Has leido alguna autobiografía similar en España? Ya no digo de pop o rock…estaba pensando en la de Sabina de Menéndez Flores, pero no tiene el elemento auto-.

La única que he leído yo que esté a ese mismo nivel (lo cual, por supuesto, no quiere decir que sea la única) es Corre, rocker, de Sabino Méndez. Aún estoy por leer Barcelona ciudad de Loquillo, aunque por lo que he ojeado me da la impresión de que es algo menos cruda. Otro título que me viene a la cabeza es Escupidos de la boca de dios, el libro sobre La banda trapera del río que hizo Jaime Gonzalo, pero claro, no es autobiografía, ni siquiera sé si lo podemos considerar biografía estrictamente hablando, pero temáticamente creo que es otro que sí se acerca mucho a esto que estamos hablando.

El mítico playback de Siniestro Total en «Caja de Ritmos». ¿Quién no querría
leer una buena biografía de estos elementos?

De artistas españoles ¿de quién te gustaría leer una autobiografía a calzón quitado?

Me encantaría leer una biografía estilo Los trapos sucios de Siniestro Total, en la que participaran todos los componentes, aportando cada uno su historia. Sería como Rashomon con gallegos.

Ahora que lo pienso, ¿sería posible? En el fondo somos muy pudorosos… aquí no se saca rendimiento al arrepentimiento público.

No sé si es cuestión de pundonor o de que nos movemos en una industria tan pequeña que, por no ofender a individuos con los que lo mismo vas a tener que vértelas antes o después, quieras o no, uno acaba mordiéndose la lengua a no ser que se haya salido ya del mundillo, como era el caso de Sabino cuando publicó Corre, rocker. O también puede ser que todavía tengamos machacada en el cerebro la idea de que la confesión ha de ser privada. A veces me da la impresión de que todo esto de las confesiones públicas surge de una tradición más protestante, más anglosajona: los grupos de ayuda, los arrepentimientos públicos y televisados de políticos y actores, las autobiografías exhibicionistas… todo viene un poco del mismo sitio, ¿no?

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miércoles 3 de marzo de 2010

Los trapos sucios al museo

Qué gracia me ha hecho ver esta foto de Ania Ortiz de Lejarazu en el cartel que anuncia la exposición Tetrapack, una muestra de la obra de cuatro jóvenes fotógrafas de Álava que podrá verse en la Casa de Cultura Ignacio Aldecoa de Vitoria hasta el próximo 19 de febrero (gracias por el chivatazo, Leticia). Reproduzco, ya que estoy, parte de la nota de prensa de la exposición por si alguien está interesado y quiere pasarse a echar un vistazo para ver esta pedazo de foto en directo. ¡A mí desde luego no me importaría tenerla colgada en casa!
«La exposición colectiva muestra los trabajos de Blanca Quintana, Ania Ortiz de Lejarazu, Irene Orozco y Yone Estibariz, las cuatro ganadoras de Gazte Klik 2009, certamen organizado por el Servicio de Juventud del Ayuntamiento de Vitoria, bajo el comisariado de la fotógrafa alavesa Ana Nieto. El origen de Tetrapack lo podemos encontrar, por tanto, en el certamen fotográfico Gazte Klik, dirigido a jóvenes alaveses y cuyos objetivos consisten en impulsar la creación artística y difundir el trabajo fotográfico de nuevos creadores locales apoyando sus posibilidades de desarrollo a partir del reconocimiento público y el apoyo institucional». El proyecto de Ania en concreto sigue las andanzas de un grupo de rock femenino llamado Turboneskak.
El cartel, por si queréis verlo entero, está aquí.

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martes 19 de enero de 2010

Los trapos crudos

Esta vez no ha hecho falta que me avisara nadie. Esta vez lo pillé en directo. Andaba el jueves preparando la comida como casi cada día con el programa Carne Cruda de Radio 3 de fondo, cuando oí las siguientes palabras: «Hoy me voy a quitar la careta y voy a reconocer sin tapujos mi pasión por la música más macarra, los excesos morbosos y los tópicos sobre el sexo, la droga y el rock and roll. Hablamos de la banda que llevó al extremo el rock and roll way of life y que vivió para contarlo (esto es, Nikki Sixx, Tommy Lee, Mick Mars y Vince Neil: Mötley Crüe), y del libro que se ha convertido en la auténtica Biblia de las biografías musicales, The Dirt o Los trapos sucios en castellano, una autobiografía seductora y adictiva en la que se ponen a parir unos a otros y que al final no te permite decidir cuál de los cuatro es el más rastrero». En el transcurso del siguiente cuarto de hora, Javier Gallego y su colaborador más rockero, el señor Sanabria, se dedicaron a recomendar y comentar el libro, desgranando algunas de sus anécdotas y radiando una tremenda versión de «Helter Skelter» a cargo de nuestros cuatro cafres favoritos.
Que hablen de tus libros en la radio ya de por sí hace ilusión, pero que encima lo hagan en un programa que escuchas habitualmente y que te lleves la sorpresa de oírlo en directo aún hace más, de modo que… gracias, señores de Carne Cruda.
Aquí os dejo, ahora que por fin lo he localizado, el podcast con el programa completo por si queréis escucharlo. El fragmento en concreto en el que se habla de Los trapos sucios es a partir del minuto 46:00 y hasta el final, pero por supuesto, si no lo conocéis, os invito a escuchar el programa entero, que merece la pena.

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viernes 19 de junio de 2009

A todo trapo

El suplemento EP3 del diario El País publica hoy una entrevista con Vince Neil, cantante de Mötley Crüe, a propósito de su concierto de mañana en el Kobetasonik de Bilbao y de la publicación en España de Los trapos sucios. A continuación, un par de respuestas de Vince centradas directamente en el libro.

EP3. Los trapos sucios se acaba de publicar en España. ¿Cambiarías algo del libro?
Vince. No podemos, porque todo es verdad. Cuando se publicó, le pedí a mi tercera mujer que no lo leyera. Me prometió que no lo haría, pero lo hizo. Al día siguiente, me llamó para pedir el divorcio [risas].
EP3. Es que tanta sinceridad…
Vince. Es lo que queríamos. Una biografía real, de verdad. Pocas bandas se atreven a publicar un libro así. Quizá porque la mayoría están casados. Nunca quisimos ser una banda salvaje. Pero fue lo que ocurrió.
EP3. Han pasado ocho años desde Los trapos sucios, la autobiografía de Mötley Crüe. ¿Cómo se llamaría una posible segunda parte sobre estos últimos tiempos?
Vince. The Dirtier [Lo más sucio].
EP3. ¿Está todo contado u os habéis guardado algún secreto?
Vince. Está todo contado, o por lo menos, lo que recordamos. Nos faltan algunas piezas en la memoria, pero el 99% de lo que nos ocurrió está en el libro.
EP3. Se decía que ibais a convertir el libro en una película. ¿Qué ha pasado?
Vince. Una gran empresa compró los derechos hace nueve años. Leímos el guión y estaba guay. Hasta la iba a dirigir David Fincher [El club de la lucha, Seven, Zodiac…]. Pero no tenemos ni idea de cómo va el proyecto.
EP3. ¿Quién querrías que hiciese de ti?
Vince. Sería mejor que lo hiciesen actores desconocidos. No me veo con la cara de Val Kilmer.
EP3. Hombre, y se hace difícil imaginar a Leonardo DiCaprio con unas mallas ajustadas de leopardo y un cardado gigante…
Vince. Bueeeeno, no estaría mal.

Pincha aquí para leer el resto de la entrevista en la página web de El País.

Pincha sobre las imágenes para ampliarlas.

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martes 16 de junio de 2009

Raise Your Hands To Rock

El próximo sábado 20 de junio, en el marco del festival Kobetasonik de Bilbao, Mötley Crüe presentará en directo, por primera y única vez en España, su último disco: Saints of Los Angeles, basado en las vivencias recogidas en su libro Los trapos sucios, del que esta misma semana ponemos a la venta la segunda edición, coincidiendo con el evento.

Además de en los puntos de venta habituales (FNAC, Casa del Libro, librerías recomendadas) y, como siempre, a través de la web de Es Pop, este fin de semana podrás comprar también tu ejemplar de Los trapos sucios en el stand de merchandising oficial del Kobetasonik y en el stand de la organización en el Día de la Música de Madrid (21 de junio, Matadero de Madrid). Mientras tanto, siguen llegando las reseñas:

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miércoles 6 de mayo de 2009

Plétora de trapos

Hace años, cuando el término «cultura popular» no sólo no se había puesto de moda sino que aún estaba considerado prácticamente un oxímoron, Mauro Entrialgo ya se dedicaba a observar todo lo que dicho término engloba, desde sus historietas, con inteligencia, humor y ojo clínico. Esto, evidentemente, lo sabe de sobra cualquiera que haya leído sus tebeos, pero me ha parecido pertinente recalcarlo una vez más para que se entienda mejor la ilusión que me ha hecho que mencionara Los trapos sucios de Mötley Crüe en su tira de hoy para Público.

Pincha sobre la imagen para ir al blog de Mauro y verla en grande.

Aprovecho para recordar que esta tarde, a las 19:30, Mauro presentará su álbum Tyrex en la librería Casa del Libro de Madrid (Gran Vía, 29). La presentación irá acompañada de la proyección del documental de Ricardo Mena e Ignacio Cartón «La colección de dispensadores de caramelos Pez de Mauro». Allí nos veremos.

Y ya que estamos con Los trapos sucios, aquí os dejo una nueva reseña del mismo aparecida en el blog de Ramón Palomar en el diario Las Provincias.

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martes 3 de febrero de 2009

Cubriendo los trapos sucios

Mi amigo Pepón posando con la edición original de Los trapos sucios.

Generalmente soy de la opinión de que, si un libro está bien diseñado, lo mejor que puedes hacer es respetar, en la medida de lo posible, la edición original. En el caso de Los trapos sucios, la portada ideada por Bau-da Design para el mercado norteamericano me parecía realmente apropiada. Como podéis ver en la foto de arriba, Daniel Carter, el director artístico del proyecto, eligió como imagen una botella de Jack Daniel’s envuelta en llamas, en cuyo interior se adivinan las peligrosas curvas de una mujer anónima, posiblemente de mal vivir; una decisión inspirada que automáticamente ilustra varios elementos recurrentes en el libro (cuando los Mötley no están dándole a la botella es porque están «empujando» o quemándole los bajos del pantalón a Nikki Sixx). Más allá de la literalidad, es una portada que (a mí al menos me) transmite rápidamente varias ideas: exceso, intensidad, sexo, rock and roll. En ese sentido, es perfecta para este libro y mi intención era utilizarla también para la edición española. Lamentablemente no conseguí hacerme con los derechos de reproducción, pues Bau-da, que es quien ostenta el copyright, parece haber desaparecido como empresa: hace meses que no actualizan su web (echadle un vistazo de todos modos; tienen algunas cosas chulas) y su servidor me devolvió todos los correos que les envié interesándome por su diseño. Lo cual, lógicamente, nos obligó a buscar una alternativa. Afortunadamente, flickr acudió al rescate el día que Rai Robledo publicó esta foto:

Kickstart My Heart, por Rai Robledo, en Flickr.

Automáticamente, se me encendió la bombilla: si en Estados Unidos habían metido a la chica dentro de la botella… ¡nosotros volveríamos a sacarla! (ejem). La auténtica revelación, hablando en serio, fue comprobar que Rai, partiendo de unos elementos y una estética radicalmente distintos, había sido capaz de transmitir con su foto las mismas sensaciones que, en su momento, me había suscitado la imagen original de Bau-da: chicas guapas, rock and roll, actitud a raudales. Y eso nos abrió nuevas vías en un momento en el que, a lo mejor, andábamos (yo al menos) demasiado obsesionados por emular conceptualmente la portada norteamericana. A mi entender, sólo faltaba un elemento absolutamente imprescindible para Mötley Crüe: el cuero. Tras consultarlo con Manuel Bartual, firmante de la maqueta tanto de Los trapos sucios como de El otro Hollywood y mi gurú espiritual para todo lo relacionado con el diseño, coincidimos en que sería una buena idea intentar recrear la actitud destilada por la foto de Rai, pero combinándola con esta otra imagen:

Se trata de la portada de Too Fast For Love, el primer disco de los Mötley Crüe, y lo que estáis viendo es el paquete de Vince Neil, el cantante del grupo. ¿Nuestra brillante idea? Sustituir la entrepierna masculina por una femenina. ¡Chúpate esa, Einstein! Y ya que estábamos, ¿por qué no ponerle a la chica una botella de Jack Daniel’s en las manos? Para no meternos en problemas de derechos con los de Tennessee, se me ocurrió confeccionar una etiqueta falsa de marca Los trapos sucios y pegársela a la botella. De ese modo, matábamos dos pájaros de un tiro: además de brindarle nuestro pequeño homenaje al Too Fast For Love, me parecía un buen modo de hacer referencia al diseño original de Bau-da. Sin embargo, el día de la sesión fotográfica bastaron cinco minutos para dejar bien claro que ambos conceptos se daban de bruces. Por una parte, las caderas embutidas en cuero de Monelle, la modelo, desprendían suficiente actitud rockera por sí solas; el atrezo no sólo demostró ser innecesario sino también un estorbo. Adiós a mi idea de hacerle cargar a Monelle, además de con la botella, con una guitarra en bandolera, un bajo, dos o tres timbales y un Marshall de 300 kilos.

Por otra parte, me gustaba mucho cómo había quedado la etiqueta y empezaba a sospechar que podía tener entidad suficiente como para llegar a ser la imagen de portada, de modo que me puse a hacerle fotos a la botella en vez de a la modelo. Dicho así parece mala idea, ¿verdad?

Supongo que la balanza empezó a inclinarse definitivamente el día que Manuel me envió este montaje que podéis ver aquí debajo. A veces creo que se pegó el curro única y exclusivamente para convencerme, porque él sí que tuvo claro cuál era el camino a seguir desde el primer momento en el que vio la falsa etiqueta. Es uno de los motivos por los que me gusta trabajar con él, pero no el único.

Otro de ellos es que no le importa darle vueltas a las cosas y explorar nuevas vías por muy avanzado que esté el proceso. Esta prueba que veis abajo la hizo en un par de minutos después de tener el libro ya completado y a punto de enviar a la imprenta. Hacía días que habíamos decidido utilizar la otra portada pero, a última hora, a mí me entró un ataque de pánico; quería hacer un intento con una de las fotos que más me gustaban de la sesión con Monelle para asegurarme de que no estuviéramos equivocándonos. Sinceramente, creo que cualquier otro me hubiera mandado a freír espárragos. ¡Y con razón!

Evidentemente, esto sólo es un boceto apresurado; podríamos haberle dado más vueltas y creo que habríamos acabado teniendo una portada bastante decente, pero eso es lo de menos. Lo importante es que bastó para reafirmarme en que habíamos tomado la decisión correcta. Tengo amigos que siguen prefiriendo la portada fotográfica, pero en última instancia creo que la definitiva es bastante más original y, desde luego, llamará mucho más la atención en las librerías. Aunque, como siempre, la decisión final queda en vuestras manos. Aquí está:

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