Otra novedad para el mes de noviembre. Acompañando el lanzamiento de Fargo Rock City, de Chuck Klosterman, vamos a reeditar el que probablemente sea nuestro título más emblemático: Los trapos sucios, la autobiografía de Mötley Crüe, por primera vez en rústica. Una cosa que me gustaría dejar clara es que se trata de una edición completamente nueva de verdad. Quiero decir, que no nos hemos limitado a reducir en un tanto por ciento la maqueta del original para encajarla con calzador en un formato más reducido, como suele ser habitual en nuestro mercado. El libro ha sido completamente remaquetado de principio a fin y ha quedado un volumen de 496 páginas bien compacto. También se han modificado algunos elementos visuales, principalmente las fuentes y alguna de las fotos, pero básicamente es el mismo libro, sólo que ligeramente «tuneado» para un tamaño algo inferior. Si queréis echarle un vistazo a la nueva maqueta, al final de la entrada encontraréis un vínculo para descargar un par de capítulos en PDF.
Otra cosa que hemos cambiado es la portada. Quería que esta nueva edición estuviera vinculada temáticamente a la anterior, pero que a su vez tuviera su propia estética. Empecé haciendo un par de pruebas con una imagen que tenía de una botella de Jack Daniel’s, tomada durante la sesión de fotos que hicimos hace un par de años cuando estábamos preparando la portada original. La foto no era la adecuada, pero al menos sirvió para que me hiciese una primera idea de hacia dónde tirar.
Repetí el proceso imprimiendo y pegándole a otra botella la etiqueta falsa de Los trapos sucios que habíamos creado en su día y volví a fotografiarla, controlando un poco mejor la iluminación. A partir de esa imagen y basándome principalmente en el color cálido y terroso del whisky, decidí el esquema de colores que quería usar, apartándome de los lomos negros que habíamos estado utilizando hasta ahora para las biografías musicales. Finalmente, para alejar aún más la nueva portada de la original, opté por eliminar por completo la etiqueta, sustituyéndola por una versión más al grano del texto y usando para el título la misma fuente que hemos utilizado en los interiores para los encabezados de cada capítulo. El resultado final es este:
Características:
Rústica. 496 pags.
14 x 21,5 cm.
PVP: 19’95 €
ISBN: 978-84-936864-5-1
A medio camino entre las memorias, el ensayo y el estudio antropológico, Fargo Rock City es un libro hilarante que narra el auge y la caída del heavy metal y de algunos de los grupos más populares de los años 80 y 90 (Guns N’ Roses, Poison, Bon Jovi, Def Leppard, Metallica y muchos otros) a la vez que recrea las experiencias juveniles del autor: un fan irredento del metal, nacido en Wyndmere, Dakota del Norte (población: 498), un lugar en el que habitan más vacas que personas y en el que los temas de conversación habituales son la recogida de la cosecha, el correcto cuidado del ganado agropecuario y los secretos del arte de reparar un tractor. Pero aunque quizás tal entorno no parezca el más propicio para entregarse en cuerpo y alma al rock and roll, hubo un momento en la historia de la música en el que el poder del metal era simplemente imparable e incluso los páramos helados de Dakota del Norte vibraban al compás de KISS y Mötley Crüe. Klosterman,calificado como «uno de los principales críticos culturales de Norteamérica» por la revista Entertainment Weekly y como «el nuevo Hunter S. Thompson» por la revista People, disecciona con humor e impecable precisión la historia y los rasgos básicos del género, desvelando todas sus glorias y miserias.
«No se puede escribir mejor ni con más gracia sobre cultura popular norteamericana. Si amas el rock ‘n’ roll, adorarás Fargo Rock City«. Stephen King
«Klosterman escribe de maravilla y su libro no sólo habla de grupos de heavy metal, sino de cómo sentimos la música y experimentamos hoy en día la cultura. Tienes que leerlo». David Byrne
«El mejor libro de música que jamás me haya hecho gastar un solo centavo en nuevos discos; una ganga poco habitual. Pero tanto si picas el cebo y decides revaluar la obra de Ratt, Poison, Def Leppard y demás grupos de ese jaez como si no, las confesiones de Klosterman te harán vislumbrar tu solitario y soñador corazón adolescente». Jonathan Lethem
«Un libro magnífico por mucho motivos: es un acto de valentía cultural, un argumento convincente sobre por qué esta música ruidosa fue importante para toda una generación y un delicioso ataque a las pretensiones de todos los críticos rancios que la odiaban». The New York Times Book Review
Características:
Rústica. 352 pags.
14 x 21,5 cm.
PVP: 17’95 €
ISBN: 978-84-936864-4-4
Hace unos días Frank G. Rubio me entrevistó para el diario online El Pulso. Debido a cuestiones de espacio, hubo que aligerar un poco las respuestas para su publicación, pero Frank me ha cedido generosamente la entrevista íntegra para reproducirla también aquí (únicamente he suprimido una respuesta puramente coyuntural acerca de la Feria del Libro). Si ya habéis leído otras entrevistas conmigo, podéis saltaros perfectamente la primera pregunta, porque la respuesta es la misma de siempre (un día de estos tendré que inventarme un nuevo origen y hacerle un reboot a la franquicia), pero más abajo hablo por primera vez de las novedades que estamos preparando para después de verano y eso creo que sí puede tener cierto interés. ¡Gracias, Frank!
La opinión de la crítica: ¡Así no, Robert!
¿Cómo, cuándo y por qué empezó todo?
Después de más de una década traduciendo para otras editoriales y estudios de doblaje, decidí que quería probar suerte con títulos cien por cien afines a mis intereses como lector. Debo decir que como traductor siempre me he sentido bastante privilegiado. He realizado trabajos alimenticios, como todo el mundo, pero por regla general he tenido la fortuna de trabajar con editores que me han dado bastante cancha a la hora de elegir y he podido ir haciéndome un «catálogo» que creo refleja bastante bien mis gustos. Imagino que convertirme en editor era el paso lógico para personalizar aún más esa labor como traductor y para poder intervenir en otras partes del proceso que siempre me han resultado fascinantes, como por ejemplo el diseño. Al margen de todo eso, me parecía que había un hueco bastante claro en el mercado del ensayo y la biografía centrados en la cultura popular, dos géneros que o bien no se estaban editando lo suficiente o bien de manera muy dispersa. Se dio la casualidad de que los dos primeros títulos por los que pregunté en las agencias, dos libros que yo consideraba de referencia, estaban incomprensiblemente disponibles. Eran Los trapos sucios de Mötley Crüe y El otro Hollywood de Legs McNeil y Jennifer Osborne. Me pareció una oportunidad tan clara que no me quedó más remedio que lanzarme con ellos y así empezó todo.
Es Pop tiene una gama muy interesante de novela policíaca contemporánea, háblame de sus características.
Son novelas de género que se declaran y se manifiestan orgullosas de serlo. En un momento como el actual, en el que continuamente se publican verdaderas basuras disfrazadas de «bestseller de calidad», que incluso pretenden llegar envueltas de cierta coartada literaria con la que engañar a los acomplejados, nos parecía necesario dar a conocer a autores que no sólo no tienen ningún afán de «trascender el género» sino que lo abrazan y lo cultivan con entusiasmo. Que saben perfectamente que autores como Chandler, Cain, Stark o Highsmith son grandísimos estilistas, grandísimos escritores, y que una visión compleja del mundo, la ética y la moral no tiene por qué estar reñida con el entretenimiento. Hay quien dice que son novelas NEOPULP, lo cual me parece estupendo, ya que ciertamente enlazan con esa tradición de la gran novela popular de los cuarenta y los cincuenta, una idea que también hemos intentado reforzar visualmente. La colección está coeditada a medias entre Es Pop Ediciones y Valdemar, algo que además de resultarme un placer, porque son buenos amigos míos que encima han jugado un papel importante en el hecho de que acabara dedicándome a esto, me parece completamente coherente. No me cabe duda de que si Valdemar fuera una editorial del siglo XXII, recuperarían a autores como Neil Cross, Megan Abbott o Christa Faust como los clásicos que merecerían ser dentro de cien años, igual que ahora recuperan a Stoker, Lovecraft y Conan Doyle, entre muchos otros.
¿Cómo ves el panorama editorial en el contexto de la crisis?
Hombre, lo veo tan mal como cualquier otro panorama. Con cinco millones de parados en el país y sin que esto tenga pinta de haber tocado fondo aún… qué te voy a decir. Llorar porque se venden menos libros, que es verdad, que se están vendiendo menos, sería casi obsceno. Pero para mí el problema fundamental es que ni siquiera cuando la economía estaba sana podía uno decir que el panorama fuese muy halagüeño. Tenemos uno de los países en los que menos se lee de Europa y las tiradas no hacen más que acortarse. Los lectores se quejan de que los libros son caros, y tienen toda la razón cuando dicen que en Amazon pueden comprarlos como poco por la mitad, pero es que producir los libros en España, con las tiradas mínimas que nos vemos obligados a hacer, sale muy caro, también para el editor. En ese sentido creo que las pequeñas editoriales, que no suelen depender tanto de los grandes éxitos de la temporada, teníamos ya cierto callo que puede que nos haya preparado algo mejor para este momento que estamos atravesando. Quiero decir, que para nosotros la estrategia para sobrevivir ahora mismo no ha cambiado apenas a la de hace un par de años cuando las cosas iban supuestamente bien: consiste básicamente en cuidar mucho el catálogo, cuidar mucho la presentación y ofrecer a cambio de un producto que muchos consideran sobrepreciado algo que realmente compense el desembolso en todos los aspectos: que la lectura sea satisfactoria, que el libro sea bonito y que te apetezca no sólo disfrutarlo sino conservarlo, sobarlo, verlo en la estantería, regalarlo y quedar bien. Y ser conscientes de que, en el mejor de los casos, nos estamos dirigiendo a unos pocos miles de lectores, no a esos centenares de miles que son los que parecen que están en peligro de perder las grandes editoriales, pero que a nosotros, sencillamente, ya nos parecían inalcanzables desde el primer día.
La opinión de la crítica: ¡Así sí que sí!.
¿Cómo te trata la crítica?
La más especializada, la literaria, directamente no nos trata. Parece que vivimos en mundos paralelos. Bueno, miento, cuando sacamos la biografía de Charles Schulz, el creador de Carlitos y Snoopy, tuvimos una cobertura fantástica, salió en todos los suplementos y la respuesta fue en general muy positiva, cosa que de verdad agradezco. Pero parece que es lo único en lo que hemos coincidido mínimamente hasta ahora. Volvemos a lo que decíamos antes de las coartadas culturales y de los complejos que seguimos arrastrando en este país con todo lo que huela a popular o a entretenimiento. Mientras que en Francia a Megan Abbott, por poner un ejemplo reciente, la reseñan abundantemente y la entrevistan en medios como Le Monde, aquí ni dios mostró el más mínimo interés en hablar con ella cuando salió Reina del crimen. Y mira que ofrecimos la posibilidad. Afortunadamente, con lo que sí hemos contado hasta ahora, y de una manera muy entusiasta además, ha sido con el apoyo de blogueros y de la prensa alternativa. Tiene narices que todos o casi todos nuestros títulos de narrativa hayan salido reseñados, y muy bien reseñados, en revistas como Vice, Ruta 66 o Popular 1 mientras que para los suplementos literarios sencillamente no existimos. De todos modos imagino que la situación mejorará tan pronto como nos dé por publicar a autores checos, sefardíes y galeses (risas). Con todos mis respetos para los autores checos, sefardíes y galeses, ¿eh?
¿Qué preparas para el futuro?
Ahora mismo estamos preparando dos colecciones nuevas para después del verano. La primera, Es Pop Narrativa, que hemos subtitulado de manera un tanto pedantorra «Biblioteca de nuevos clásicos», estará dedicada principalmente a recuperar obras del siglo XX maltratadas en su momento por la crítica, el público y hasta la justicia; títulos tachados en su día de obscenos e insolentes, cuando no de subliteratura, que a pesar de todo han acabado convirtiéndose en clásicos (o si no, deberían serlo). No puedo confirmarte todavía ningún título ya que aún estamos cerrando los primeros. Sí te puedo adelantar, eso sí, los dos primeros de la otra colección que vamos a lanzar, que se llama Pulpo Negro y que viene a ser un poco el reverso tenebroso de lo que estamos editando en Valdemar/Es Pop; es decir, que aquí pasamos de la narrativa un tanto retro o de inspiración clásica a la novela negra más brutal y desesperanzada, muy crítica, muy social, muy de ahora. Si Valdemar/Es Pop es NEOPULP, Pulpo Negro vendría a ser NEONATURALISMO, Zola para el siglo XXI. Y la colección la van a lanzar el norteamericano Peter Blauner con Luna de casino, una novela que destapa los paralelismos entre los métodos de la mafia de Atlantic City y los de las grandes corporaciones que operan en la misma ciudad, y el sudafricano Roger Smith con Demonios de polvo, un retrato demoledor de la Sudáfrica contemporánea que es como El poder del perro pero con zulúes. ¡Imagínate!
Llegué a ella por la recomendación que realizó su colega Christa Faust en el artículo sobre nueva novela negra publicado en el anterior número de esta revista. La señalaba como a una de sus escritoras favoritas, a pesar de las profundas diferencias que existen entre sus estilos, explícito y renovador el de Faust, de raigambre clásica el de Abbott. Querencia por los grandes del género que le ha supuesto un rápido reconocimiento entre autores, lectores y jurados de premios. Meteórica carrera la suya, apuntando alto gracias a una sencillez formal y un conocimiento de los resortes que permitían destacar a una buena narración de misterio, policías y mafiosos, en tiempos de los grandes. Esta mujer ha leído con atención a Chandler y, sobre todo, a Jim Thompson, de quien parece rememorar diálogos y situaciones de alta tensión. Los ha leído, pero ha logrado captar la esencia de sus narraciones y presentárnosla refrescada y con su toque personal. Sigan las andanzas de Gloria Denton, sombra de la reina del crimen, por hipódromos, locales de apuestas y casinos ilegales, a ritmo de jazz y ajustes de cuentas, y disfruten de un libro con sabor a pulp clásico. Reseña de Alfred Crespo en Ruta 66 (nº 282, mayo de 2011)
Desconozco cuál es la situación para la novela criminal contemporánea, pero sí he visto, en librerías generalistas, palés de inmundicia en pasta dura, folletines oportunistas, desvirtuados y de serie zeta, copando las secciones populares desde hace ya demasiados años. Por ello resulta refrescante toparse con una obra humilde pero respetuosa, de narración tan pulcra y armada desde el amor como esta Reina del crimen, un noir blanco al que se le verá el cartón retro si se le quiere ver, pero que, pese a su opción “de época” y a su voluntad de dulce homenaje a los hombres que son y han sido en el hardboiled, no deja de funcionar como auténtica, pura y fibrosa literatura de evasión. La historia es la de una señora culebra, superviviente de la era dorada del hampa, que nos es replicada en la voz de una trepa a la que acaba de tomar como protegida. La propuesta de Megan Abbott triunfa en ese desplazamiento de tópicos tan sencillo que es hacer mujer a su protagonista, y así el traspié más a mano habrá de ser una figura masculina sin que ello implique renuncia al estereotipo de la fatale, eje de la trama que en lugar de horma de zapato será aquí modelo de conducta, ama, señora y madre platónica de la joven castora protagonista, quien al tiempo que aprende el oficio nos irá narrando el manual según sus intuiciones y debilidades, solapando con su talento para la violencia y el tejemaneje la leyenda de su tutora, mientras ésta va abocándose a un ocaso que no es más que relevo y celebración de un matriarcado en sesión continua. Reina del crimen es una historia de gallinas perdiendo pie y tocando fondo, tocando fondo y perdiendo pie, estupendamente gestionada, dinamizada y coloreada, lírica a su pesar porque lírica fue siempre la novela negra (más cuanto más se despojó de sí misma) y capaz de transitar lugares comunes del género sin prebendas de postmodernidad, retornándoles al paso la intensidad y el trapío que el curtido de la costumbre nos venía escatimando. Reseña de Rubén Lardín en Vice Magazine (Volumen 5, número 4)
«Pequeñas editoriales: nacer en tiempos de crisis» es el título de un artículo escrito por Ángeles Castillo para el número de este mes de la revista Delibros (el 253), en el que compartimos experiencias varios nuevos editores como, entre otros, Rubén Hernández (Errata Naturae), Francisco Javier Jiménez (Fórcola) o Donatella Ianuzzi (Gallo Nero). Es decir, aventureros al frente de sellos independientes lanzados en este último par de años. Dejo aquí la parte del artículo dedicada a Es Pop Ediciones con mi agradecimiento a Ángeles por habernos incluido en tan distinguido grupo.
El «hombre-editorial»
Como carta de presentación, a Es Pop le vale una cita de Nietzsche: «El individuo ha luchado siempre para no ser absorbido por la tribu. Si lo intentas a menudo estarás solo, y a veces, asustado. Pero ningún precio es demasiado alto por el privilegio de ser uno mismo». Detrás, está Óscar Palmer, un veterano traductor que ha ilustrado su biografía en rojo y negro: «Después de más de una década traduciendo para otras editoriales, y tras haberme vinculado en varias ocasiones a proyectos más modestos, tipo revistas y fanzines, decidí que había llegado la hora de empezar a traducir para mí mismo, no sólo para tener una mayor libertad de elección en los títulos sino además para poder sacar los libros con una estética y formatos más afines a mis gustos».
Palmer encontró un camino poco transitado: «Me pareció que había un hueco bastante evidente tanto en el mercado de las biografías como en el de la narrativa de género contemporánea de calidad, que son las dos ramas que tocamos. Y el deseo por dar a conocer a autores como Christa Faust, Neil Cross o Megan Abbott se impuso a la prudencia». La fe le llevó a la acción. De hecho, define a la suya como «edición de guerrilla». O en más palabras: «Es Pop Ediciones es un proyecto bastante atípico en el sentido de que la editorial realmente es una extensión directa en todos los aspectos de la persona que está detrás, ya que no me encargo sólo de escoger y editar los libros, sino que también los traduzco y los diseño personalmente. La del hombre orquesta no es una estrategia viable a largo plazo, pero por ahora la idea es hacer lo máximo con los mínimos recursos».
Y todo esto hay que hacerlo, no conviene perderlo de vista, en plena crisis. «Por ahora lo único que puedo decir es que si acaso nos ha vuelto más precavidos. Títulos a priori más arriesgados que nos hubiera encantado sacar este año han debido quedar en la nevera a la espera de tiempos mejores. También hemos espaciado la frecuencia de los lanzamientos. Este año teníamos pensado doblar los del pasado y al final creo que nos vamos a quedar con más o menos los mismos porque al ritmo al que se han reducido las ventas sencillamente no podríamos amortizarlos todos en un plazo razonable, así que nuestros esfuerzos van destinados a mantener menos libros más tiempo en el mercado, y no al revés, como parece ser la tónica general».
Su estrategia ha desembocado también en una alianza con esa editorial necesaria que es Valdemar —para autores inéditos en España—, de donde surge el sello Valdemar/Es Pop.
El fantasma de la crisis está ahí, amenazante. «En el día a día el pequeño siempre sufre más, aunque sólo sea por la falta de recursos para mantenerse a flote. Tener menos que perder no es necesariamente una ventaja». Sí son ventajas, y con mayúsculas, «la capacidad de reacción, más rápida cuantas menos personas intervengan en el proceso, y la libertad que da el no tener que alimentar una gran maquinaria con nuevos productos todos los meses, lo cual permite seleccionar mejor los títulos y lanzarlos más a tu conveniencia que a la del mercado». Ahora que Es Pop cumple dos años y tiene ocho títulos en el mercado, con una tirada mínima de 2.000 ejemplares (con la flamante excepción de la biografía de Slash, que salió con 3.000), el balance que hace Palmer es «agridulce». En tanto el temporal amaina, recomienda leer Capturado, de Neil Cross, uno de los suyos.
Universally hailed as a great stylist and rightful heiress to the greatest masters of hardboiled fiction, Megan Abbott has quickly become one of the most appreciated writers of her generation, deservedly so. And I’m confident that her next novel, The End of Everything (to be released July 7 by Little, Brown), will win her a much broader audience yet, far beyond the limits of noir aficionados already enthralled by her prose. Although there’s no shortage of good interviews with Megan available on the Web, I had a chat recently with her a propos of the Spanish release of her Edgar winner novel, Queenpin, so I thought I’d share it with you.
Oscar Palmer: When and how did you become interested in noir? I’ve read in your blog that you remember seeing Gilda with 9 or 10 years, so I’m guessing this is something that started brewing at a young age. Were your parent fans? Was this encouraged? Megan Abbott: My parents were fans and very encouraging. They would scour used book stores for me for old movie books and take me to any revival screenings. Everything I write I can trace back to the old movies I watched on TV on Saturday and Sunday mornings. First, it was gangster movies—Public Enemy, especially—and then onto Howard Hawks, Billy Wilder. Somehow, those movies, especially film noir, became the dark foundation for me—they formed the world I wanted to enter, and writing was my way of entering that world. OP: You’re obviously a great film buff, and I was wondering if you could elaborate a bit about how you think film has permeated your understanding, your expectations and maybe even your literary conception of what noir is. Or should be. MA: Ah, that’s interesting. It’s true, my first exposure to noir was through film, and only fiction thereafter. For instance, I must have seen Double Indemnity a half-dozen times before I read it, in my 20s. I find them to occupy, generally, separate noir universes and I like to draw from both. There is something very special about the visual resonances film can give noir—bringing to vivid life these shadowy worlds, imparting a glamorous sheen that can make everything seem shinier, more hypnotic, more dangerous. The books, on the other hand, are so much more intimate and the use of first-person in particular (e.g., in Cain, Chandler) brings such intensity, makes everything feel rawer, closer. And, given the Production Code, the books also bring you far closer to the lurid, the unsayable. So these are two different worlds that speak to each other, whisper to each other. I love them both.
Queenpin around the world. Spanish edition (cover by Fernando Vicente) and French.
OP: Your first book, The Street Was Mine, was a scholarly essay on noir. Was this something you thought you should do before writing a novel, like a springboard or a laying of the grounds for your own novels? MA:The Street Was Mine began as my graduate thesis. I had completed my Ph.D. coursework in English and American literature and I wanted to pick something different for my dissertation and I thought I might pursue all those wonderful books that became the basis of my favorite films. I read The Big Sleep and The Postman Always Rings Twice and knew I’d found my passion. I never had any intention of writing fiction, but while working on my thesis, I just needed some non-analytical outlet and found myself writing the pieces of what would become Die a Little, my first book. At first, it was just scraps, a vague idea, but the more I read, the more it fueled it. In writing a critical study, you don’t have as much opportunity to “enjoy your enjoyment” of the books you’re studying, so writing the novel was my way of doing that. OP: I don’t know if you’ll agree, but I see your novels as some kind of answer to those Chandler and Cain classics you dissected in The Street Was Mine. Not as an antagonistic answer, but more of a parallel approach. Your characters inhabit that same world, but obviously they have a different way of dealing and a different point of view about what’s happening. Anyway, what I wanted to ask is; what did you learn writing The Street Was Mine and what impact did that have in your own prose? MA: Thank you! I was aware, writing it, that these books were heavily a world of men, and there did seem a ripe opportunity to write these kinds of books with female characters who were not femme fatales (or not viewed as femme fatales and defined solely by their ability to entrap men). So I think that gave me a way in. But primarily reading all these wonderful books just made me want to be a part of their dark fabric. And reading so many in a row, the prose styles, the Manichean logic, the confessional qualities—it just enthralled me and I wanted to try to write like that.
He never saw it coming. Cecil Kellaway, John Garfield, and Lana Turner in The Postman Always Rings Twice (Tay Garnett, 1946).
OP:Die a Little and Queenpin are set in the 50s. The Song is You in 1949. With Bury Me Deep you went back to the 30s. How big a part of writing these novels went to research? Also, I’m amazed at the seemingly effortless way you have of writing credible vintage dialog and slang. I know authors like David Peace listen to a lot of music, both good and bad, from the time they set their novels on, just to get a sense of which words were used and in which ways, among other things. What kind of sources do you turn to whenever you’re writing a period piece? MA: I really love research—especially of the less traditional variety. While I will read standard history books, I prefer the more tossed-aside ephemera of the time, which I think can say a lot more about the culture than the so-called “official history.” I’m always trawling flea markets and yard sales for old cookbooks, catalogs, cocktail menus, cocktail napkins, lots of popular magazines and tabloids. Music too—that makes so much sense to me, David Peace’s approach. I listen to a lot of tossaway music, lost jukebox tunes, tin pan alley, novelty songs. I keep absorbing all of it until it becomes this sort of endless collage unfurling in my head. And then I stop, and start writing. OP: You’ve used characters based on real women in other novels. Was there also any real life inspiration behind the character of Gloria Denton. Have there been, to the best of your knowledge, any real queenpins? MA: Very few on the kind of scale Gloria works. Gloria is loosely based on Virginia Hill, the paramour of gangster Bugsy Siegel, the one after whom he named the Flamingo Hotel. I learned she was much more than a moll. The mob trusted her to move money and jewels, to go to Switzerland to open bank accounts. She had tremendous power. In 1951, she was called to testify in front of the U.S. Senate and she didn’t give an inch. She told them she didn’t know a thing about organized crime and insisted, “I work where I want and when I want. I don’t dance for nobody.” That line was intoxicating to me. I knew I wanted to bring a character like that to the center. Hill, however, appears to have been a pretty reckless person, and I wanted to make Gloria far more ordered, controlled. In that way, she derives more from, say, film performances of Joan Crawford, or Angelica Huston in The Grifters.
Left: The Damned Don’t Cry, in which Joan Crawford played a moll
modeled after the real life Virginia Hill (right).
OP: There have always been female mystery writers, but would you agree that we’re finally seeing an ongoing reinvention of the most male-oriented aspects of the genre, like hardboiled and vengeance yarns, being done by writers such as Christa Faust, Vicki Hendricks and yourself? MA: I do think we are witnessing a real flood of tougher, darker crime fiction by women and it’s exciting to see it take on a kind of momentum. Of course, it’s been a help in terms of finding readers to be a woman writing in a traditionally male corner of the genre. You stand out. You’re an anomaly. And there’s also fresher terrain in terms of plots. There are still remarkably few noir novels about nurses or female school teachers, for instance! OP: Name your three favorite film noirs. MA: Oh, so hard. Today, I go with Double Indemnity, In a Lonely Place and Kiss Me Deadly. OP: And your three favorite noir novels? MA:The Long Goodbye, They Shoot Horses, Don’t They, and The Postman Always Rings Twice.
Bogart and the always amazing Goria Grahame find themselves In a Lonely Place (Nicholas Ray, 1950).
If you live in a country where Spotify is licensed, be sure to check this selection of tunes handpicked by Megan as the perfect soundtrack for Queenpin.
Fragmento de la ilustración de Fernando Vicente para la portada de Reina del crimen.
«Soy tuya, eso es lo que le decía sin escupir ni una sola palabra. Y él era perfectamente capaz de percibirlo en mí, de notarlo en todo mi cuerpo. Le gustaba poseerme sobre el colchón desnudo, le gustaba el modo en el que me rozaba hasta dejarme la piel en carne viva. A mí también me gustaba. Me gustaban las quemaduras que me producía. Me gustaba recordarlo al día siguiente, cada vez que me apoyaba contra cualquier cosa, cada vez que el tirante de mi sujetador las rozaba por encima. Era como… No es que me agrade particularmente tener que decir esto, pero lo cierto es que así es como lo sentía: era como haber ido a misa. Esa dolorosa sensación, fruto de haber pasado arrodillada un buen rato sobre un suelo de madera combada. En Saint Lucy’s siempre había chusma dispuesta a usar los cojines que repartía el monaguillo. Yo nunca lo hice. Si no sientes el dolor en las rodillas, en la espalda, ¿de verdad se lo puede considerar rezar? Y si no seguía sintiéndolo en mi cuerpo mucho después de que se hubiera marchado, ¿habría merecido realmente la pena entregarse a él? Yo quería sentirlo».
El precedente es uno de mis párrafos favoritos de Reina del crimen, de Megan Abbott, el nuevo libro de la colección Es Pop Narrativa, publicada por Valdemar/Es Pop, que estará disponible a primeros de marzo. A mí personalmente me parece que Abbott escribe como los ángeles (no en vano la han descrito ya como «la mejor estilista del género desde Raymond Chandler») y su dominio de la jerga y los modismos de los años cincuenta, década en la que está ambientada la novela, es tal que sólo espero haber sido capaz de hacerle justicia en la traducción. Probablemente es la novela negra más tradicional de cuantas hemos publicado hasta ahora en la colección, lo cual, espero, servirá para colmar el interés de hasta el aficionado más estricto, pero también es lo suficientemente tórrida y subversiva con ciertos cánones como para complacer a todos los que habéis disfrutado con A la cara y Capturado. No en vano, se alzó en 2008 con el premio Edgar Allan Poe a la mejor novela de misterio del año. Pero, como siempre, prefiero que sea la misma novela, y no mis palabras, lo que os convenza, así que aquí tenéis, también como de costumbre, un adelanto en PDF con los primeros capítulos para ir abriendo boca.
¿Cómo es posible que A la cara sea tan sangrienta y brutal y, al mismo tiempo, tan indudablemente femenina?
Porque soy una mujer, así de sencillo. Además, no me conformé con coger al típico héroe del género y ponerle tacones: Angel Dare es una mujer normal, de mediana edad, con sus grandezas y sus miserias, que tiene que usar todos sus recursos para sobrevivir y vengarse. ¿Te pareces mucho a Angel Dare, la antiheroína de tu novela?
Para nada. Ella es de Chicago, yo de Nueva York. Ella tuvo un padre maltratador y el mío era un hippie vegetariano. Ella recibió una educación católica y yo crecí sin religión. Ella es una chica muy sociable y yo una solitaria. Por supuesto, tenemos algunas cosas en común, pero también tengo cosas en común con los otros personajes de la novela, incluso con los de peor calaña. Todo escritor pone algo de sí mismo en sus personajes, eso les da vida. En cierta ocasión te describiste como «una zorra cínica, obsesionada con el cine negro, los tatuajes y las medias con costura». Así que, venga, dime algo cínico, tu película de cine negro favorita, tu tatuaje más querido y si te quitas las medias para follar.
Siempre espero lo peor de mis congéneres humanos y rara vez me decepcionan. Mi film noir favorito es Night and the City [Jules Dassin, 1950]. Mi tatuaje predilecto es una máquina de escribir que tengo en el vientre. Y, bueno, a veces me pongo medias en la cama y a veces no; me gusta variar.
Un par de extractos de la entrevista que le ha hecho Luigi Landeira a Christa Faust, aparecida en el número 310 de Primera Línea (febrero 2011). Pincha aquí para verla entera.
Manido tema éste de las autobiografías, y diría incómodo cuando quien la protagoniza es alguien al que le queda más de media vida por vivir (teóricamente). Hay futbolistas que ya la tienen, es como si todo lo importante que les tendría que pasar en la vida ya hubiera tenido lugar. Luego tenemos a ilustres como Winston Churchill que requirió de seis volúmenes para completar un acercamiento en profundidad a su vida. También las agradables sorpresas como esta autobiografía de Slash junto al periodista del New York Times, Anthony Bozza. A diferencia de otras bios, aquí resulta interesante hasta la narración de los orígenes del músico, su experiencia como hijo de blanco y negra en Inglaterra, su adaptación a la vida en USA… Uno podría pensar que, bueno, hasta que no empiece a hablar de los que serían sus futuros colegas en Guns N’ Roses esto no vale mucho la pena. Craso error. A lo largo de estas 452 páginas se saborea con fruición cualquier capítulo de su vida por poco que tenga que ver con su actividad musical. Digno de destacar es el progresivo y, más tarde, meteórico ascenso a la categoría de rockstar de Axl Rose visto desde el enfoque de Slash. Cómo un chaval de pueblo llega a Los Angeles buscando fortuna entre el lumpen d la ciudad y en dos años está protagonizando un clip, «Welcome to the Jungle», precisamente sobre esa experiencia. […]
Las experiencias adictivas de Slash merecen destacarse aparte, puede que estemos ante la más gráfica descripción del síndrome de abstinencia en todas sus vertientes. […] Pero el grueso del libro se vuelca en la experiencia mundial de más de dos años de las giras de los «Illusions», de fiestas romanas sin mirar presupuesto a recortar gastos eliminando a músicos de viento y coristas. Espléndido viaje para ver desde dentro, bajo la óptica de Slash, eso sí, todo lo que era la banda en su momento álgido. La serie de fotos en color, también las hay en blanco y negro, que ocupa la zona central del libro no tiene desperdicio, buscad aquella en la que Perla le está comiendo el trasero a su marido. No hay reglas, sólo pasarlo bien y tocar la guitarra. […]
Muchas anécdotas salvajes de un grupo que podría tener una carrera tan respetable como los Stones de haber seguido la formación original y de no haber pasado la mayor parte de las cosas que nos explica Saul Hudson en este libro. Altamente recomendable.
Un par de fragmentos de la reseña de Slash que ha escrito JMª Vidal Buchs para el número de diciembre de Popular 1 (el 446). Ojo que también lleva una entrevista con Lemmy. ¡A por ella!
El próximo lunes 13 de diciembre, AXN estrenará en España Luther, la serie creada y escrita por Neil Cross, el autor de Capturado (la referencia más reciente en nuestra colección de narrativa). Se trata de un intenso thriller policiaco protagonizado por Idris Elba (Stringer Bell en The Wire), que llega a nuestras pantallas tras haber cosechado un gran éxito de crítica y público en Gran Bretaña, donde consiguió reunir semanalmente a más de 4.000.000 de espectadores y un 18% de share para la primera cadena de la BBC. La segunda temporada de la serie ya está confirmada y en preparación y contará nuevamente con guiones de Cross, el cual también está preparando tres novelas del personaje para Simon & Schuster. Poco antes del estreno de la serie, a finales de abril, el propio Cross escribió una entrada en el blog de la BBC a modo de presentación, que me ha parecido pertinente recuperar justo ahora que por fin vamos a poder verla también en España. Si te gustó Capturado, lo más probable es que disfrutes de lo lindo también con Luther. Y si por el contrario ya has visto la serie pero aún no has leído la novela, aprovecha que estos días estamos redistribuyéndola para hacerte de una vez con un ejemplar. ¡Verás como no te arrepientes! Sin más preámbulos, Neil Cross.
Ruth Wilson es Alice Morgan, némesis o quizá alma gemela de Luther.
Presentando a Luther… con cariño para el detective Colombo.
El personaje que luego acabaría siendo el Inspector Jefe John Luther llevaba dando vueltas por mi cabeza desde mucho antes de tener nombre… o idea alguna de cómo iba a utilizarlo. Nació como un modo de conectar dos ideas de diferentes géneros dentro del amplio espectro de la ficción criminal. Luther tiene algo de Sherlock Holmes, parte de ese genio analítico indiferente. Pero también tiene la complejidad emocional y la ambigüedad moral que suele encontrarse de manera más común en el thriller psicológico. Me pareció que combinar ambas propiedades (brillantez deductiva y pasión moral) en un solo hombre, podía originar un personaje potente, herido y profundamente heroico.
En cuanto al formato de la serie, me crié siendo un fan de Colombo, y todavía me encanta. Pero el formato de Colombo (el «Cómo lo cogemos» o historia de detectives a la inversa) no estaba pensado para acentuar el dramatismo. El teniente Colombo raras veces corría un riesgo personal (porque no era eso lo que queríamos ver) y sabíamos que al final siempre detendría al asesino. Lo que no sabíamos era cómo… lo cual jugaba un gran papel a la hora de hacer de aquella serie algo tan satisfactorio.
El formato de la historia de detectives a la inversa apenas ha vuelto a utilizarse desde que terminó Colombo, al menos que yo sepa. De modo que me pareció que podría resultar emocionante recuperarla como una especie de duelo psicológico entre un policía entregado y medio loco y los criminales depravados a los que persigue. Por lo tanto sabemos a quién tiene que detener Luther. Lo que no sabemos es cómo porras va a hacerlo.
Luther, Mark (Paul McGann) y Zoe (Indira Varma), un triángulo que dará de sí mucho más de lo esperado.
El proceso de realizar la serie, desde escribir los guiones hasta verlos llegar a la pantalla, ha sido emocionante y en ocasiones aterrador. Para como suelen ser estas cosas, Luther avanzó a un ritmo ciertamente muy rápido. En ocasiones me sentí como si me hubieran atado al morro de un cohete. En las semanas previas al despegue, pude sentir el rugido seísmico y constante de sus motores a duras penas contenidos. Una vez empezó a moverse, no pude hacer otra cosa que agarrarme fuerte y esperar que mis dientes aguantaran la vibración sin salir despedidos. En una situación como esa, no te afecta el bloqueo del escritor. Y tampoco duermes mucho. Pero pude trabajar con gente que me gusta, admiro y en la que confío. Éramos un verdadero equipo y teníamos una misión. Me encanta ese sentimiento de camaradería.
El reparto es tan bueno que me aterrorizaba conocerlos como individuos, y ya no digamos como conjunto. Pero eso es esencialmente lo que sucedió. A excepción de Indira Varma (que ese día no podía estar) los conocí a todos en la reunión de lectura del primer episodio, una especie de primer ensayo en el que no hice más que balbucear. Aquella noche salimos a tomar unas copas. Durante la primera hora, mientras hablaba con Saskia Reeves, lo único en lo que podía pensar era: «¡Estoy hablando con Saskia Reeves!». A eso de las diez, ya me había tomado un par de gin tonics y Warren Brown, que interpreta al Sargento Ripley, hizo su imitación de Lily Savage, de modo que por fin fui capaz de relajarme un poco y sencillamente disfrutar del hecho de haber sido capaces de reunir un reparto tan alucinante.
Luther, dándole al tarro.
La gente a menudo me pregunta cuál fue el mejor momento, pero para ser sincero es difícil elegir sólo uno o dos. Durante la preparación y también durante la producción pasé cantidad de tiempo riendo con mis colegas. Echando la vista atrás, y teniendo en cuenta las presiones debido a la falta de tiempo, me parece sorprendente. Pero un momento particularmente feliz fue cuando contratamos a Idris Elba. Queríamos que fuera una serie especial, así que cuando empezamos a hablar de quién podría ser nuestro protagonista decidimos ser ambiciosos, poner alto el listón, pensando: si no lo intentas, nunca lo sabrás.
Idris estaba en la lista…. porque Idris está prácticamente en la lista de todo el mundo. Pero su nombre estaba arriiiiiiiiiiba del todo, muy por encima de la línea de cielo. Así que cuando recibí la llamada para anunciarme que había aceptado, fue un buen momento. Tan bueno como pueden llegarlo a ser este tipo de momentos, creo yo. Luego estuvo el de ver lo filmado durante el primer día de rodaje, en el exterior de la casa de los Morgan, la escena del crimen del primer episodio. Vi a Idris entrar en el plano, agacharse bajo la cinta policial y pensé: «Ahí está. Ése es Luther».
Alice Morgan, maquinando alguna maldad.
Naturalmente, adoro a John Luther. Pero también siento un amor sin reservas por el personaje de Alice Morgan. De hecho, me parece recordar que durante aquella primera salida nocturna con el reparto le dije a Ruth Wilson (que es quien la interpreta) que en muchos sentidos me parecía que Alice era la mujer perfecta. Se me quedó mirando, debo decir, con cierto grado de horror.
Alice era un papel formidable; fría y coqueta, asesina y vulnerable, noble y corrosiva, a veces en la misma frase. Pero Ruth es quien la hace absolutamente real y completamente absorbente. Hay un momento en el episodio cuatro en el que de verdad consigue asustarme.
Estaba en el set el día que Idris y Ruth rodaron su primera escena juntos. Hicieron que se me pusiera piel de gallina, pero no me parece que sea bueno para mí pasar demasiado tiempo en el rodaje, porque simplemente no es el espacio natural para un escritor. De modo que tomé las de Villadiego y les dejé seguir con su trabajo. En cuanto a qué podéis esperar de Luther y adónde se encaminarán sus pasos… bueno, si os lo contara no sería una sorpresa. Digamos únicamente que la presión sobre él no va aflojar. Ni por un instante.
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Cultura Impopular está escrito por Óscar Palmer. Puedes contactar con él por correo electrónico.